El flagelo de la violencia en su contra

Este aspecto nefasto de la violencia contra la mujer merece un espacio en nuestra revista. No siempre los temas de salud deben referirse a enfermedades y su tratamiento. En esta ocasión nos ocuparemos de este hecho sociológico de enorme impacto en la salud de las mujeres afectadas por el “virus” del maltrato físico, psicológico y moral, que mina en forma contundente su bienestar físico y emocional.

Si bien es cierto que la mujer está expuesta a enfermedades propias de su género como trastornos de la menopausia, cáncer de cuello uterino y de mama que exigen  exámenes diagnósticos y mamografías periódicas, así como otros males comunes en ellas como osteoartritis y obesidad, no deja de ser cierto también que la violencia física por parte de sus esposos o compañeros permanentes genera en el organismo síntomas perjudiciales de enfermedades en el sistema nervioso y en diversas partes del cuerpo. El estrés y el miedo exagerado actúan en su contra después de ser golpeadas con la mano o con objetos, ultrajadas, arrastradas del pelo y en el peor de los casos heridas con cuchillos o puñales.

Según las Naciones Unidas, …”violencia contra la mujer se entiende todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer”.

Constituye sin duda un enorme problema de salud pública no sólo en Colombia sino en muchas partes del mundo. Por razones muy personales entre ellas el temor, no acuden a denunciar estos casos haciendo más grave la situación, porque cada día que pasa lesiona en mayor medida la salud de la mujer y peor aún, si los hijos son testigos impotentes, porque terminan a su vez afectados en su salud emocional.

Prevenir los casos de violencia intrafamiliar, no es tan fácil como sucede con la práctica de soluciones médicas, exámenes de laboratorio, campañas de vacunación, una alimentación sana y equilibrada para mantener en el mejor estado posible la salud de las personas. La enfermedad de la violencia debe prevenirse con presencia del estado, con un orden jurídico que castigue estas conductas, que eduque a los miembros de la familia en su mayoría hombres, machistas y desalmados que atentan contra sus mujeres. Sólo así podrá disminuir esta estadística de horror que pone en riesgo la salud de las mujeres y la integridad del hogar.

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