México: Minería de la edad del hielo en Yucatán
Un equipo internacional de arqueólogos y buceadores ha descubierto en algunos de los complejos sistemas de cuevas del Yucatán evidencias de actividad minera para la extracción de ocre hace unos 12.000 años.
Al final de la última Edad de Hielo, los mineros indígenas de lo que ahora es la península de Yucatán, en México, arriesgaron su vida y su integridad física aventurándose en cuevas oscuras, iluminadas sólo con fuegos, para extraer un mineral muy preciado, según un nuevo estudio publicado en la revista Science Advances. Ese mineral no era ni oro ni diamantes, sino rojo ocre, un valioso pigmento que se usaba tanto para realizar pinturas rupestres, en los enterramientos y posiblemente incluso se usó como repelente de insectos. Hace entre 12.000 y 10.000 años, cuando acabó la Edad del Hielo y el nivel del mar aumentó, estas cuevas se inundaron. Pero el agua conservada en ellas preservó los campamentos mineros, incluso los restos carbonizados de sus fuegos, lo que ha permitido a los arqueólogos estudiar el modo en que se extraía el mineral.
Tras el aumento del nivel del mar, las cuevas se inundaron, y el agua conservada en ellas preservó los campamentos mineros, incluso los restos carbonizados de sus fuegos.
«Es uno de los grandes descubrimientos que se han venido produciendo en estas décadas», ha declarado Roberto Junco, subdirector de arqueología subacuática del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México (INAH), una de las instituciones que ha participado en este descubrimiento. «El sitio es básicamente una cápsula del tiempo bajo el agua. Es una oportunidad realmente rara de ver algo con una conservación tan sorprendente», afirma la autora principal del estudio, Brandi MacDonald, profesora asistente de investigación en el Laboratorio de Arqueometría del Reactor de Investigación de la Universidad de Missouri. «La preservación es increíble y nos permite contemplar el proceso mental de los pobladores de Yucatán de hace 10.000 años. No es una actividad (la extracción de ocre en las profundidades de una complicada red de cuevas) que pueda realizar sólo una persona. Se necesita la colaboración de mucha gente», añade la investigadora.
CUEVAS LABERÍNTICAS
Un equipo de buceadores descubrió estos antiguos campamentos mineros en abril de 2017, después de que otro de los autores del estudio, Fred Devos, buzo del Centro de Investigación del Sistema Acuífero de Quintana Roo (CINDAQ), un grupo de conservación local, descubriera un pasaje desconocido en el sistema de cuevas Sagitario. El pasadizo submarino condujo a los buzos hasta una espectacular mina de la Edad del Hielo, que incluía herramientas, pozos de minería y marcadores de piedra, probablemente utilizados para que los antiguos mineros no se perdieran en el oscuro laberinto. El fundador del CINDAQ, Samuel Meacham, acompañó a Devos en la primera inmersión a través del misterioso pasadizo, y después invitó a Eduard Reinhardt, geoarqueólogo de la Universidad McMaster en Canadá, a unirse a ellos en otra inmersión.
El CINDAQ descubrió un pasaje desconocido en el sistema de cuevas Sagitario que condujo a los buzos hasta una espectacular mina de la Edad del Hielo.
Meacham y sus colegas han pasado los últimos 25 años buceando en los sistemas de cuevas de Quintana Roo. Los científicos saben que estas cuevas fueron explotadas en época muy temprana, casi al mismo tiempo que los humanos se establecieron en la región, puesto que los buzos han encontrado esqueletos humanos en varias de ellas como las de Hoyo Negro y la Cueva de Chan Hol, según ha explicado Mark Hubbe, profesor de antropología en la Universidad Estatal de Ohio, que no ha participado en el estudio.
«A lo largo de los años hemos visto situaciones anómalas dentro de las cuevas que no pudimos explicar del todo: rocas fuera de lugar, piedras apiladas una encima de la otra, cosas que simplemente no parecían naturales. Pero no teníamos una buena explicación», según Meacham. Ahora parece que sí la hay. Después de que el CINDAQ tomase miles de fotos y recogiese muestras para los científicos, la evidencia de que estos lugares eran minas resultó abrumadora. Con la ayuda del superordenador de una universidad norteamericana, esas fotografías y vídeos se han convertido en un modelo tridimensional de las cuevas que está permitiendo a los científicos estudiarlas sin tener que bucear en ellas. En esencia, lo que se ha demostrado es que los habitantes prehistóricos de la región buscaban y extraían ocre en las cuevas y elaboraban herramientas para ello con las rocas que iban encontrando en el camino, incluidas las estalactitas rotas del techo y las estalagmitas del suelo.
UN OCRE DE EXCELENTE CALIDAD
Desde hace aproximadamente 21.500 años, hasta hace unos 13.000 a 8.000, los sistemas de cuevas Camilo Mina, Monkey Dust y Sagitario estaban secos y eran transitables. Aun así, entrar en ellos habría sido peligroso. Los mineros habrían caminado por «pasajes oscurecidos naturalmente, encontrando peligros elevados y pasadizos muy estrechos hasta llegar a la zona oscura de Sagitario, con al menos 650 metros de luz natural «, explican los investigadores en el estudio.
Los buzos recuperaron muestras de balsas de calcita ocre (cristales en forma de lasca que se forman en aguas tranquilas) y carbón que permitirá a los científicos realizar una datación más precisa. El ocre contiene óxidos de hierro de alta pureza, lo que significa que con él se podría elaborar un pigmento rojo vibrante y de grano fino, de gran calidad, según los investigadores. El equipo ha podido realizar dataciones mediante análisis de radiocarbono, examinando la presencia de las balsas de calcita que se formaron después de que tuvieran lugar las actividades mineras y consultando el registro de aumento del nivel del mar. Estos métodos han sugerido que los pueblos indígenas habían excavado la parte occidental del sistema de cuevas hace entre 11.400 y 10.700 años, justo en el período de transición al Holoceno. «Para mí, eso dice que hay cierto grado de conocimiento intergeneracional que se transmite. Hay continuidad en la práctica», afirma MacDonald.
Se han podido realizar dataciones por radiocarbono, examinando la presencia de las balsas de calcita que se formaron después de que tuvieran lugar las actividades mineras.
Si bien no está claro el uso que los indígenas dieron al ocre, estudios anteriores han sugerido que este mineral habría servido como antiséptico, como protector solar y como repelente de garrapatas o piojos. También pudo haberse usado para curtir pieles, construir herramientas e incluso como purga para eliminar parásitos. El ocre de algunas cuevas, como Camilo Mina, tenía un alto contenido de arsénico, cerca de 4.000 partes por millón (ppm), «lo cual es bastante, en cuanto al ocre», según MacDonald. Sin embargo, se sabe que el arsénico, una neurotoxina, repele las plagas, por lo que quizá sea una pista sobre su empleo. «Por lo que sabemos, tal vez sólo estaban extrayendo una gran cantidad de repelente de insectos», bromea la investigadora. Cualquiera que haya sido el motivo, el estudio ha demostrado que «los primeros grupos humanos en las Américas ya estaban involucrados en actividades complejas que iban mucho más allá de su propia supervivencia. La extracción de ocre de las cuevas sugiere que este mineral tenía un significado social importante y aunque no podemos decir con absoluta seguridad para qué lo usaban, sí muestra que era inmensamente valioso e importante para ellos», concluye Mark Hubbe.