Aviones: El avión más grande de la historia vuelve a cruzar los cielos.
Tras meses paralizado el Antonov AN-225, un mastodonte de seis motores, vuelve a estar activo tras el accidente de su hermano menor, el An-124
El Antonov AN-225 ‘Mriya’, el avión más grande jamás construido, volverá a encender sus seis motores y pondrá en marcha sus 32 ruedas para levantar vuelo tras meses de inactividad.
Este mamut volador, que tiene una capacidad de carga de 250 toneladas, es sacado de su letargo para cubrir las necesidades logísticas ante la paralización de las operaciones del An-124, otro gigante dedicado al transporte de carga pero de un tamaño menor.
El accidente del An-124
En noviembre un An-124 de la compañía Volga-Dnepr sufrió la falla de uno de sus motores y salió de pista.
La empresa decidió dejar en tierra a este y a otros siete aviones similares, hasta que se aclaren las circunstancias del accidente.
El An-124 tiene una capacidad de carga de 150 toneladas, con una envergadura de 68,9 metros y un largo de 73,3 de punta a punta, unos 60 centímetros más que el A380.
Entre sus características más llamativas está la separación de la cabina en 90 grados para poder introducir cargas de gran volumen como partes de cohetes o locomotoras.
El gigante despierta
Las compañías que usaban esa aeronave inmediatamente buscaron a Antonov Airlines, propietario de siete An-124, para poder reemplazar la parálisis de operaciones.
La paralización de las operaciones de ocho An-124 y la alta demanda del transporte de carga llevó a Antonov Airlines a reactivar al gigantesco An-225
Pero Antonov tenía a todos sus aviones comprometidos durante las próximas semanas. O mejor dicho, a casi todos, porque el gigantesco An-225 estaba durmiendo desde agosto, cuando realizó un vuelo entre Tel Aviv y Gostomel, en Ucrania.
Antonov Airlines informó que se está realizando tareas de mantenimiento para reactivar la gigantesca aeronave y que esté disponible para operar cuanto antes. Todavía no se sabe el destino ni la ruta que realizará.
Un verano intenso
El An-225 tuvo bastante trabajo durante la primavera y el verano de este año por la alta demanda del transporte de carga por la expansión del coronavirus.
Esto se debió a una doble situación: por un lado, los mayores pedidos de equipamiento sanitario de los países, sobre todo de Occidente a China.
Por el otro, la paralización de los vuelos de las aerolíneas, que no solo dejaron en tierra a sus aviones de pasajeros sino también a los de carga.
La alta demanda de servicios llevó a otras compañías aéreas a reconvertir sus aviones de pasajeros para el transporte: desde el clásico B777 y el moderno A350 hasta el gigantesco A380 fueron adaptados para llevar palets donde antes había asientos.
La utopía soviética
El nombre de ‘Mriya’ del An-225 sintetiza su concepción. En ucraniano significa ‘sueño’, y era la utopía de la Unión Soviética de ganar tecnológicamente a Occidente con proyectos faraónicos, como el híbrido de barco y avión que yace en las playas del Mar Caspio.
En el caso del An-225, se trata de una aeronave única, porque no hay otra igual: fue diseñado en 1980 y ocho años más tarde realizó su primer vuelo.
Este avión es tan grande con sus 88,4 metros de envergadura y su largo de 84 metros que un 35% de los aeropuertos no pueden recibirlo. Y es que su despegue y aterrizaje solo es posible en pistas que tengan más de 3.500 metros de extensión.
Su historial es una colección de récords: el libro Guinness le otorgó nada menos que 240 marcas, un par de ellas obtenidas este año.
El segundo avión quedó inconcluso
En realidad hay un segundo An-225 pero está sin terminar: el colapso de la URSS sorprendió a los ingenieros cuando llevaban un 70% de los trabajos.
Hace 25 años que su estructura gigantesca se deteriora en las instalaciones de afueras de Antonov Airlines, en las afueras de Kiev. Y su coste de finalización es tan alto, y su mercado tan limitado, que no hay esperanzas que se termine algún día.
Así que el An-225 seguirá volando, en soledad, cada vez que sea necesario.