Covid-19: Colombia necesita una ‘cuarentena inteligente’

La prioridad es la salud, pero debe haber estrategias para garantizar el sustento y la salud mental.

Analizando la situación actual y el efecto que recae sobre el sector turístico, vale la pena resaltar que hoy, algunos de nuestros gobernantes en Colombia, sobre todo en el ámbito local y regional, están sesgados en sus juicios de la realidad solo por atender los puntos de vista de los epidemiólogos y expertos en analizar las progresiones en los tiempos de emergencia sanitaria y pandemia. Reconozco que esa es la primera verdad que hay que buscar. Una que busca proteger la vida.

Sin embargo, no es menos importante la protección del sustento o del mínimo vital de subsistencia para que una parte importante de la población sobreviva con un aparato económico en su mínima expresión.

Por ello se deben analizar datos sobre el tiempo real que una ‘familia tipo’, ya sea perteneciente a la economía formal como a la informal, en una sociedad como la nuestra, puede resistir sin los ingresos suficientes que garanticen su supervivencia. Esa es la segunda verdad que hay que buscar.

El Programa Mundial de Alimentos de la ONU (PMA) anunció que el efecto económico de la pandemia del covid-19 puede duplicar el número de personas en situación de hambre aguda y calcula que para el final de 2020, unos 265 millones de personas podrían estar cerca de morir de hambre.

Colombia no será la excepción si no se permite que la actividad productiva se reanude con controles y por etapas, para que los menos favorecidos vuelvan a tener ingresos.

Y hay una tercera, y está basada en la protección de la salud mental, quizás la más olvidada de todas en estos tiempos de cuarentena. Significa proteger la libertad de un niño para ir a un parque, de un adulto a montar una bicicleta, o visitar un familiar en un pueblo cercano.

Ahora estos hechos básicos de libertad individual al desplazamiento y al desarrollo creativo se han convertido en un pecado con amenazas de sanción, porque ponen en riesgo la salud de toda la comunidad.

La ecuanimidad

Hay que buscar información y datos que conduzcan a explicar mejor y entender estas tres verdades; no podemos depender solamente de un sistema de información, seguramente el más científico.

Este es con el que trabajan los organismos de salud, los alcaldes y gobernadores con el fin de evaluar si la capacidad hospitalaria y las UCI disponibles serán suficientes, frente a las proyecciones del número de personas que se van a contagiar.

No es suficiente tomar decisiones solo con el criterio de frenar la pandemia, sin medir las consecuencias, que sobre los otros dos derechos se está afectando una comunidad.

Proteger integralmente los tres derechos básicos –salud vital, sustento y salud mental– nos permitiría tomar decisiones más ecuánimes para salir de esta compleja crisis.

No estamos proponiendo pasar del confinamiento a la anarquía en la movilización. Sabemos que una apertura sin planeación lo único que traería sería caos al sistema de salud e infraestructura hospitalaria de un país como Colombia.

Pero, como en otras esferas, este fenómeno no se debe analizar, como muchos lo están haciendo, entre lo blanco (cuarentena total y obligatoria con sanciones incluidas, porque primero es frenar la expansión del virus, caso extremo Filipinas con la lectura del problema que hace Rodrigo Duterte), y lo negro (primero la economía, y si han de morir muchos, fue que les tocó; casos extremos Brasil con la lectura que hace Bolsonaro, Estados Unidos con Trump y el Reino Unido con Jonhson a la cabeza). ¿En qué extremo de este dilema blanco y negro está cada uno de nuestros dirigentes y gobernantes?

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