Irlanda: DUBLÍN EN SIETE ‘MUST’

Es divertida, pelirroja, inspiradora, imprevisible y muy musical… pero ¿por dónde empezar una visita a esta ciudad? Aquí van unas ideas.

iStock-841968842. En el #6: Descubrir lo más verde

EN EL #6: DESCUBRIR LO MÁS VERDE

La céntrica Grafton Street, una arteria peatonal famosa por sus comercios y salones de té, desemboca en el remanso de paz del St Stephen’s Green, un parque arbolado y con parterres de flores en torno a un bonito lago, decorado con varias estatuas de dublineses ilustres. Este jardín urbano nació como un lugar de moda para pasear en el Dublín del siglo XVIII, época de la que datan las elegantes mansiones que tiene a su alrededor, como la que acoge el histórico Hotel Shelbourne, que abrió sus puertas en 1824, o la sede de la Universidad Católica.

Más pequeño, pero absolutamente encantador, es el Parque Merrion, situado en el centro de un barrio famoso por sus mansiones de estilo georgiano, edificios adosados de ladrillo, con puertas pintadas de vivos colores y rematadas en medio arco. Presentes por toda la ciudad, el mejor legado de esta arquitectura se encuentra en las calles que delimitan Merrion Square. En un rincón del parque se puede buscar el singular monumento dedicado a Oscar Wilde, que aparece como recostado sobre una roca.

Iveagh Gardens, que fue el jardín que rodeaba la residencia de la familia Guinness, es uno de los parques más secretos de la ciudad. En su interior ofrece un ambiente sosegado entre estatuas, fuentes que se mantienen intactas desde hace décadas y una fotogénica cascada.

Por último, vale la pena dirigirse a las afueras de Dublín para recorrer el Phoenix Park, unos 3 km al oeste del centro. Se trata de uno de los parques urbanos más grandes de Europa, que incluye pastizales y frondosas arboledas en las que en el siglo XVII fueron introducidos gamos y otros animales, cuyos descendientes pueden verse hoy viviendo en libertad.

 

iStock-483746795. En el #5: Tras los pasos de los Nobel literarios

EN EL #5: TRAS LOS PASOS DE LOS NOBEL LITERARIOS

El Museo de los Escritores, situado en el 18 Parnell Square, en la orilla norte del Liffey, rinde homenaje a los principales autores irlandeses: Bram Stoker, Oscar Wilde y los Nobel de Literatura W. B Yeats, Samuel Beckett, Seamous Heaney o Bernard Shaw.

Muy cerca de este museo, una estatua de James Joyce (1882-1941), uno de los literatos irlandeses más influyentes, recuerda al autor que retrató a sus ciudadanos en Dublinenes (1914), aunque su consagración definitiva le llegó con Ulises (1922). En este libro narra las peripecias en Dublín de su protagonista principal, Leopold Bloom, a lo largo del 16 de junio de 1904. Desde entonces, los seguidores del escritor celebran el Bloomsday, una jornada en la que siguen los pasos del protagonista de la novela por la ciudad.

Entre otros atractivos culturales de Dublín, cerca del Parlamento se encuentran dos edificios simétricos del siglo XIX que brindan sus espacios a la cultura y a la historia: uno como sede de la Biblioteca Nacional y el otro del Museo Nacional. Y si se dispone de tiempo, valdrá la pena visitar la Galería Nacional de Arqueología, el Museo de Arte Moderno y la National Gallery, una pinacoteca donde se exhiben obras de los siglos XIV al XX.

Por otro lado, en los últimos años Dublín se ha empeñado en potenciar su valor artístico. Fruto de este afán es la renovación de la Galería Hugh Lane que pasó de ser el lugar donde se exhibían las obras de arte del coleccionista del que toma el nombre, a acoger algunas de las principales creaciones de artistas irlandeses contemporáneos. En su interior incluye una sala dedicada al pintor nacido en Dublín en 1945 Sean Scully, con cuadros de su colección privada junto a algunas de sus obras más representativas.

 

Teeling. En el #4: De cata en cata

EN EL #4: DE CATA EN CATA

Dublín tiene una relación muy especial con la cerveza y el whisky. Dos productos locales que han pasado de ser la alegría del pub para inspirar viajes y visitas por la ciudad.

Cerca de la orilla del río Liffey se puede visitar la fábrica y museo de la tradicional cerveza Guinness, instalada en St James Gate Brewery, originalmente la que fuera vivienda de su creador Alfred Guiness a mediados del siglo XVIII. El edificio cumplió con su cometido hasta 1988 y en el año 2000 abrió como museo. El Guinness Storehouse ocupa los antiguos almacenes construidos para ser el lugar de fermentación de la cerveza Guinness. En la planta baja se puede ver una copia del contrato de arrendamiento de la cervecería por 9000 años, firmado por el fundador Arthur Guinness en 1759. La visita incluye una exposición sobre los cuatro ingredientes que componen la cerveza: agua, lúpulo, cebada y levadura, y una gran sala que contiene la maquinaria antigua que se utilizaba en la fábrica, con un molino, un tostadero, un alambique y barriles gigantes de madera.

The Old Jameson, destilería fundada por John Jameson en 1780, fue durante casi 200 años el lugar en el que se llevó a cabo la creciente producción de este whisky islandés. Situada de Bow Street alberga un museo en el que se desvela el proceso artesano de elaboración. La visita concluye con una cata.

Otra etapa es la destilería Pearse Lyons, cinco generaciones de cooperativas que suministraron barriles a Dublín, cuya visita guiada se realiza acompañados de guías que comparten historias que se remontan al siglo XII.

Para acabar, la destilería Teeling es la única que actualmente funciona en Dublín. Esta factoría ha devuelto el interés al viejo Golden Triangle donde se ubicaban siglos atrás las grandes casas de whisky irlandés.

 

iStock-951695736. En el #3: Dos catedrales y un castillo

EN EL #3: DOS CATEDRALES Y UN CASTILLO

Dublín no tiene una, sino dos catedrales, Saint Patrick y la Santísima Trinidad, esta más conocida como Christ Church y situada apenas a unas calles. Ambas son una muestra de la convivencia entre los católicos y protestantes de Dublín.

Saint Patrick, emplazada al oeste de St Stephen’s Green y en el lugar donde el santo patrón de Irlanda bautizó a los conversos en el año 450, nació como una sencilla capilla de madera que a partir de 1192, cuando se reconstruyó en piedra, fue convirtiéndose con el tiempo en un templo de fachada victoriana e interior gótico. Contiene uno de los mayores órganos del país y retratos de irlandeses tan prominentes como Jonathan Swift, otro destacado escritor dublinés, autor de la novela Los Viajes de Gulliver, publicada en 1726.

La catedral de Christ Church, cuyos cimientos se remontan al 1030, es un edificio originario del siglo XI, que destaca por su enorme nave central gótica y una cripta que es la mayor del país. Este templo comparte vecindario con el Castillo de Dublín, una fortaleza de origen vikingo en el sector más antiguo de la capital. Remodelada en el siglo XVII, acoge en la actualidad un museo interactivo que relata la historia de la ciudad.

 

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EN EL #2: EL TRINITY COLLEGE Y SU BIBLIOTECA

El Trinity College es una visita ineludible por su condición de joya histórica y arquitectónica insertada, además, en el corazón de la ciudad. Dublín debe gran parte de su tradición literaria a esta institución universitaria, una de las decanas del mundo anglosajón, fundada por la reina Isabel I en el año 1592. En ella estudiaron escritores coetáneos de James Joyce, como George Bernard Shaw o Samuel Beckett, dublineses y premiados con el Nobel.

La sobria fachada del Trinity College está coronada por un reloj azul brillante que simboliza el tiempo antiguo y el moderno. Una vez dentro del recinto hay que cruzar los parterres cuadrados de césped que lo rodean para llegar a la Biblioteca Antigua, depositaria de más de 200.000 manuscritos. Su sala principal, la Long Room, de 645 metros de punta a punta, conserva valiosos códices. Destaca el Libro de Kells, una de las copias de los Evangelios mejor preservadas del mundo y un tesoro literario que fue escrito el año 820 en latín y preciosamente ilustrado por monjes escoceses que incluyeron motivos celtas en las letras capitulares. Fuera de la biblioteca, es fácil perderse por el Trinity College contemplando otros edificios del siglo XVIII y XIX que enmarcan su perímetro.

Esta es sin duda una de las bibliotecas más bellas del mundo, sin embargo vale la pena mencionar que, junto a la Catedral de San Patricio, se puede descubrir la Marsh’s Library, otro precioso templo del saber que data de 1701 y que es la biblioteca más antigua del país. Dentro se encuentran un centenar de incunables e infinidad de libros de temática religiosa ya que el complejo es dependiente de la sede catedralicia.

 

iStock-471530011. En el #1: Desorientarse en Temple Bar

EN EL #1: DESORIENTARSE EN TEMPLE BAR

Cuando cae el día es el mejor momento para disfrutar de la velada en alguno de los locales de ocio de la emblemática zona de Temple Bar, sin duda la más animada de Dublín. El barrio, que concentra el mayor número de pubs históricos de la capital irlandesa, y también muchas galerías de arte, se localiza en la orilla sur del Liffey. En algunos de estos establecimientos se puede escuchar música irlandesa en directo, mientras se saborea una buena pinta de las infinitas cervezas (pálidas, rojas, negras…) que son el orgullo de Irlanda. La visita a este barrio puede complementarse en algún restaurante donde descubrir la nueva enogastronomía irlandesa, cada vez con más número de exponentes.

Si quisiéramos visitar algunos de los pubs más históricos de Dublín la lista debería incluir The Brazen Head (20 Bridge Street Lower), el más antiguo de la ciudad y de toda Irlanda, que abrió como taberna en el siglo XII. Se halla en lo que era una esquina de la muralla medieval y tiene un patio que parece el de un castillo. Stag’s Head (1 Dame Court) es un local de origen victoriano, con vidrieras de colores, sillones de piel, barra de caoba y mármol rojo de Connemara y un zorro momificado en el snug o reservado. Fue el primero que tuvo luz eléctrica en la ciudad y en 2016 salió elegido como el mejor pub tradicional de la capital de Irlanda. The Palace (21 Fleet Street) es otro pub de preciosa portada, con farola decimonónica y cristales grabados. Mulligan’s (8 Poolbeg Street) es un local de 1782, famoso por aparecer mencionado en el Ulises de Joyce y por los ilustres personajes que lo frecuentaban: entre ellos, John Fitzgerald Kennedy, cuando trabajó como corresponsal en Europa para Hearst en 1945, antes de iniciar su carrera política.

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