En una isla perteneciente a Tanzania prosperó, hasta el siglo XVI, una ciudad gobernada por una dinastía de poderosos sultanes
Durante la Edad Media, la costa oriental de África quedó en gran medida integrada en el área de influencia de la civilización islámica.Mercaderes árabes establecieron rutas comerciales muy activas y fundaron ciudades portuarias que alcanzaron gran prosperidad. Una de ellas fue Kilwa, construida en una isla perteneciente a la actual Tanzania. Cuando el viajero árabe Ibn Battuta la visitó en 1331, la describió como una ciudad «muy bella y bien construida», una de las más hermosas del mundo. El enclave estaba gobernado por una dinastía de sultanesque extendieron su poder por un amplio territorio costero.
Poco más de 150 años después, fueron los portugueses quienes llegaron. En 1502, en su segundo viaje, Vasco de Gama recaló en la ciudad, a la que bautizó como Quiloa. Para entonces, ésta se había transformado en una importante urbe con monumentos en piedra, un floreciente comercio y una sociedad cultivadaque asombró a los expedicionarios europeos.
Llegan los portugueses
Después de derrocar el sultanato independiente de Kilwa, los portugueses permanecieron en el lugar hasta 1513, momento en el que se asentaron en Malindi y Mombasa. El recuerdo de su presencia en Kilwa todavía es visible en la construcción de la Gereza, un fuerte militar situado a orillas del mar, que controlaba el acceso a la ciudad. De aquella primitiva construcción, datada en 1505, sólo se conserva una torre baluarte. El aspecto actual del fuerte proviene de la reconstrucción llevada a cabo hacia 1800 por los sultanes de Omán, que entonces dominaban la isla.
La ocupación portuguesa y el traslado de la capitalidad comercial a Mombasa sumieron a Kilwa en una larga decadencia de la que sólo se recuperó a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, sobre todo gracias al tráfico de esclavos. Fue entonces cuando arribaron los primeros exploradores europeos, entre ellos Richard Burton, que la visitó en 1859. Poco a poco la ciudad fue despoblándose hasta que sus habitantes se trasladaron a Kilwa Kivinje, un asentamiento costero fundado en el siglo XIX que sustituyó a Kilwa Kisiwani o la Kilwa de la Isla. Ambas forman, junto con Kilwa Masoko –la Kilwa del mercado–, este conjunto monumental declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1981.
El palacio del sultán
Vista aérea de las ruinas del palacio Husuni Kubwa, en Kilwa. Este edificio, datado en el siglo XIV, era la residencia del sultán y constaba de más de cien habitaciones.
Sala de oración
Iniciada en el siglo XI, la de Kilwa es una de las mezquitas más antiguas de toda el África oriental.
Una palacio asomado al Índico
En 1962, el arqueólogo Neville Chittick excavó las ruinas del palacio de Husuni Kubwa, en Kilwa, y localizó los apartamentos del sultán, las zonas domésticas, una mezquita y un estanque o piscina de forma octogonal. El gran patio se interpreta hoy en día como un caravasar: un espacio al que llegaban mercancías que se almacenaban en las habitaciones circundantes, antes de embarcar en el puerto hacia su destino final. Imagen en 3D del palacio.
Entre murallas
El cronista portugués Gaspar Correa hablaba en el siglo XVI de una gran ciudad rodeada por murallas en cuyo interior vivían 12.000 personas, cifra probablemente exagerada. Abajo, grabado que recrea la ciudad de Kilwa (Quiloa) con sus edificios monumentales hacia el año 1590.
Moneda de Kilwa
Moneda acuñada por el sultán Suleiman Ibn al-Hassan. Museo Británico, Londres.