Europa: Las islas jónicas, al oeste de Grecia
Frente a la escarpada costa oeste de Grecia se extiende un edén mediterráneo salpicado de pequeñas islas que brindan al visitante sus aguas turquesas y sus poblaciones de pescadores.
Porto Katsiki
Léucade. Un puente de 25 metros de largo la une con el continente, por lo que no es necesario usar el ferri para llegar hasta ella. La isla es abrupta y en su parte central montes que superan los mil metros de altitud proporcionan memorables miradores desde los que explorarla. Una cita ineludible es la playa de Porto Katsiki, donde un acantilado blanco escolta las aguas más azules que puedan imaginarse. Léucade cuenta con algunos bosques de pinos. En el centro montañoso, mujeres vestidas completamente de negro todavía miran con extrañeza a los foráneos.
Gaios (Paxos)
Paxos y Antipaxos. Dos minúsculas islas de 30 y 4 kilómetros cuadrados, situadas a 7 y 10 kilómetros respectivamente de Corfú. Los amigos del dolce far niente tienen aquí una meca, pues este territorio habitado por poco más de 3.000 almas apenas da para más. Aunque pueden recorrerse sus campos de olivos y mantener charlas con los taberneros, los baños de sol y mar son, indiscutiblemente, los principales alicientes para visitar estas dos rocas. Se dice que el fuerte de San Nicolás de Paxos se construyó siguiendo unos planos trazados por Leonardo da Vinci.
San Gerasimos de Omalon
Cefalonia. La arquitectura de esta isla sorprende por su aspecto nuevo, solo en el norte quedan algunos pueblos con casas tradicionales. Es el resultado del devastador terremoto que en 1953 prácticamente no dejó piedra sobre piedra. Antes de eso, Cefalonia había sido residencia estival de los reyes griegos, que apreciaban sus playas. Los montes de la sierra central atraen ahora a los amantes del senderismo que, en sus travesías por la maquia mediterránea, pueden transitar por yacimientos arqueológicos o acercarse a las impresionantes cuevas litorales de Melissani.
Mural en Vathy
Ítaca
La patria de Ulises es una isla escondida en el canal interior entre Cefalonia y las tierras continentales. La capital, Vathy, refugio preferido por los navegantes a vela del Mediterráneo oriental, se extiende a lo largo de una luminosa bahía en forma de media luna. Vagabundeando por los áridos caminos montañosos se alcanzan lugares emblemáticos de la Odisea, como la fuente de Aretusa, la Cueva de las Ninfas o los supuestos restos del palacio de Ulises. Los olivos llegan, literalmente, hasta el borde del mar en algunas playas.