Lo confesó él mismo, todas las historias que contó estaban inspiradas por la realidad. Por ello, cada paso que des por Colombia será volver a la obra de Gabriel García Márquez. Si conoces el árbol genealógico de los Buendía mejor que el de tu familia, si te emocionó la historia de amores contrariados entre Fermina Daza y Florentino Ariza o si sufriste con la melancolía del coronel, sabrás identificar el aroma de la guayaba, pedirás sancocho para comer, escucharás vallenato a todas horas, sentirás el Caribe y mirarás el horizonte con calma, sabiendo que la realidad y la magia guiarán tu viaje por Colombia.
Aracataca, un país sin fronteras
Llegar a este remoto lugar de Colombia es hacerlo al epicentro del mundo de Gabriel García Márquez. Al bajar del colectivo, notarás el calor, la espesura del polvo flotando en el ambiente, la lentitud del tiempo, como si el reloj anduviera en otra dimensión o se hubiera roto o ya nadie se ocupara de darle cuerda. Se parte hacia Aracataca, pero se llega a Macondo.
Aracataca, en la Región Caribe de Colombia, se ubica junto a La Guajira. De allí, lugar seco en extremo, diecisiete años antes de su nacimiento, llegaron los abuelos de Gabriel García Márquez. Buscaban el olvido porque el abuelo, el coronel Nicolás Márquez, había matado a un hombre en un duelo de honor. En la mudanza, entre lo necesario para fundar el nuevo hogar, también vinieron las leyendas de los indígenas guajiros que se ocupaban del servicio.
En Aracataca te mostrarán la tumba de Melquíades, frente a una casa con techo de zinc. En un recorrido por el pueblo, el lector de Cien Años de Soledad reconocerá la estación del Ferrocarril, la Calle de los Turcos, la biblioteca de Remedios la Bella, la casa del Telegrafista. Pero el principal centro de peregrinación es la Casa Museo Gabriel García Márquez.
La vivienda estuvo abandonada a su suerte por mucho tiempo, hasta que en el año 2010 se abrió como museo. Son un total de catorce salas que recrean el universo familiar que más tarde inspiró al escritor: está el taller donde el abuelo hacía los famosos pescaditos de oro, la cocina, las alcobas, la sala de las visitas, el comedor, el traspatio en el que había “un castaño al margen del mundo y del tiempo”.
Las dos ciudades de Gabriel García Márquez
Barranquilla
“Vaya con cuidado porque son locos de remate”, advirtieron a su madre, Luisa Santiaga, cuando fue a buscarle a la librería Mundo para que le acompañara a vender la casa de Aracataca. Allí, Gabriel García Márquez se reunía con sus amigos del Grupo de Barranquilla y luego iban al Café Colombia. A pesar de ser lugares alrededor de los que giraban sus vidas, ni la librería ni el café existen ya. El paso del tiempo ha borrado algunos recuerdos. Tampoco se guarda memoria del paso de escritor por su habitación en El Rascacielos, edificio de amores nocturnos al que iba a dormir cuando no le sorprendía la madrugada de parranda.
El mundo de Barranquilla le brindó descubrimientos literarios y amigos. Es aquí donde Gabriel García Márquez dio sus primeros pasos como periodista en el Heraldo. Y algo de aquel ambiente se recrea en el Museo del Caribe, en la Sala García Márquez: el telégrafo, la máquina de escribir, los libros y los recortes de diarios. Una animación proyectada sumerge en el fabuloso mundo literario del nobel colombiano.
De la bohemia del grupo de Barranquilla queda rastro en la Fundación La Cueva. Para llegar, bastará seguir las cinco huellas de elefante desde la esquina suroccidental de la calle 59 con la carrera 43. Lo del elefante es una más de las excentricidades creativas que llenaron aquel reino de intelectuales y poetas. Otro lugar que ocuparon los del grupo es La Tiendecita, que aún hoy, con aires renovados, sirve chicharrones y comida barranquillera. Y allí cerca, en la esquina de la calle 66 con carrera 46, está la iglesia de El Socorro, donde el Premio Nobel se casó con Mercedes.
Cartagena
Cuando Gabriel García Márquez llegó a Cartagena de Indias y bajó del bus, el conductor, al darse cuenta que no sabía qué dirección tomar para entrar en la ciudad, le gritó: “-¡La tienes en el culo! Y ten cuidado, que ahí condecoran a los pendejos”.