Portugal: Anatomía del perfecto hotel de lujo Algarveño
REGLA #1: EL HOTEL COMO DESTINO
Hay muchos tipos de viajeros, los que en sus vacaciones se dedican en cuerpo y alma a conocer a fondo cada lugar que visitan y los que, por otra parte, prefieren desconectar y dedicarse a la joie de vivre. Y este lugar es para aquellos que piensan, «¿para qué salir si aquí lo tengo todo?» Y razones no les faltan, porque allí, junto a la costa del Algarve, encaramado en lo alto de un acantilado, rodeado de jardines y con impresionantes vistas al Atlántico, se encuentra este hotel dispuesto a seducir y a incitar a sus huéspedes a dedicarse al más puro hedonismo.
REGLA #2: TENERLO T-O-D-O
Vila Vita está estructurado alrededor de jardines y fuentes, como si de un pequeño pueblo portugués se tratase. Su tamaño puede resultar abrumador, pero apenas cuenta con 170 habitaciones y cuatro villas, sinónimo de que aquí, la calidad prima sobre la cantidad. Piscinas para familias y adults only, un spa recién renovado bajo el sello de la firma francesa Sisley, una sala de yoga exclusiva, una galería comercial con diez tiendas de lujo -entre ellas, una de productos portugueses-, acceso a una playa casi privada… Vila Vita se posiciona como una joya inesperada que se ha convertido en uno de los iconos más reconocibles del lujo en el Algarve.
REGLA #3: CUIDAR LA GASTRONOMÍA
Los gastrónomos están de enhorabuena, porque en Vila Vita la cocina es una de sus niñas bonitas. El hotel cuenta con nada menos que diez restaurantes y casi otra decena de bares y terrazas. Aquí es imposible aburrirse, porque la oferta es tan grande que engloba conceptos como Adega, un restaurante tradicional portugués, Aladdin Grill, un restaurante donde se escogen los pescados y mariscos y se preparan a la brasa o Mizu Teppanyyaki, un japonés de autor, entre otros. En cuanto a los bares, vale la pena pasarse una tarde en Manzar Terrace, inspirada en el legado morisco de Portugal o probar alguna de las creaciones de Lukas Neves, el barman de The House Bar, finalista de la competición World Class.
REGLA #4: SEDUCIR A LOS ‘FOODIES’
La apuesta fuerte por la gastronomía viene de la mano de Kurt M.Gillig, director del hotel y gastrónomo empedernido, que quiso que este reducto algarveño se pusiera en el mapa de los mejores restaurantes de la Península. Y así lo consiguió, porque su tesón le llevó a contar con el chef austriaco Hans Neuner, que desde hace ocho años, ostenta dos estrellas Michelin en el restaurante Ocean y con el que, cada dos años, celebra el congreso gastronómico Fine Wines & Food Fair, un evento que reúne a buena parte de los mejores chefs nacionales e internacionales.
El mero hecho de traspasar las puertas de Ocean ya llama la atención. Con un gran ventanal abierto sobre el Atlántico y las referencias al mar de su decoración, el restaurante explora el ADN marinero portugués. ¿Su lema? ‘Keep it simple’ porque aquí cada bocado es grandioso, pero a la vez conservala pureza de los sabores genuinos lusos, que se dejan entrever en los pases de sus dos menús degustación. Para ello, el chef se sirve de producto local y reversiona clásicos como las ‘favas con chouriço’ o el ‘xerém’, un plato a base de sémola de maíz que sublima utilizando cangrejo real. La puesta en escena en mesa no deja indiferente, con cristalería Zalto y vajillas de inspiración acuática hechas ad hoc para el restaurante.
REGLA #5: NO OLVIDARSE DE LAS RAÍCES
Tanto amor por la gastronomía, tenía que ir, necesariamente, unido al mundo del vino. En una zona recóndita del hotel, se encuentra uno de sus mayores tesoros, una bodega escondida a ocho metros bajo tierra. El acceso se hace a través de unas escaleras en las que se apodera la penumbra, apenas iluminadas con velas y pequeñas lámparas. Al final del camino espera un tesoro, Cave de Vinhos, una bodega secreta, que si bien en un principio sirvió a los dueños para almacenar su colección privada, ahora se ha abierto al público. Allí se atesoran más de 11.000 botellas de vinos tintos y oportos de diferentes zonas geográficas. No faltan joyas francesas como Château D’Yquem, Petrus, españolas como Vega Sicilia y una buena colección de vinos portugueses (Douro, Dão, Bairrada, Alentejo o Algarve entre otros) y oportos de añada. Además, aquí se atesoran los vinos propios de la familia como Herdade dos Grous o Quinta de Valbom. Este espacio también hace las veces de habitáculo para cenas privadas y catas de vino.
REGLA #6: CONTAR CON UNA ‘HERDADE’ PROPIA
En Herdade Dos Grous, en el Alentejo, los huéspedes de Vila Vita pueden entrar en contacto con la naturaleza y la tradición bodeguera de la familia. La finca cuenta con unas 1.100 hectáreas de viñedos, donde cultivan hasta 25 variedades de uva, de forma ecológica en un 95% y de las que sacan medio millón de litros al año. Allí también se puede visitar el complejo hotelero formado por 30 habitaciones, varias piscinas y un lago. Además, en esta finca se encuentran sus olivos centenarios, de los cuales obtienen el aceite de oliva virgen extra homónimo, así como las plantaciones de sus propios alimentos, que luego sirven tanto a este espacio, como a los restaurantes de Vila Vita.