Situada a solo 400 metros de la población navarra de Zugarramurdi, esta cueva fue testigo en el siglo XVII de todo tipo de celebraciones heréticas, según la leyenda.
Akelarres, festines desenfrenados, danzas en torno a hogueras y orgías a la luz de la luna llevaron a la Inquisiión a perseguir y castigar esta práctica por la que 11 personas fueron condenadas a morir en la hoguera en 1610.
A pesar de no contar con estalactitas ni pinturas rupestres, adentrarse en la cueva de Zugarramurdi lleva al visitante a imaginar ritos paganos y brujas elaborando pócimas con ingredientes extraños.