Carreteras de EEUU: El mayor museo al aire libre del mundo.
Estatuas gigantescas, escenarios postmodernos, vanguardias en el desierto… Las ‘roadtrip’ por Norteamérica se convierten en paseos artísticos
Hay lugares y momentos concretos en los que la famosa cita de que ‘lo importante no es el destino, sino el viaje en sí mismo’ cobra su verdadero sentido. Son aventuras que parten de la ilusión por empezar la maleta, coger un barco o llenar el depósito para lo que será el viaje en coche de nuestras vidas. De estos últimos, los famosos roadtrips, los americanos saben mucho. Solo ellos han sabido convertir cada una de sus larguísimas carreteras en todo un desafío. Y ahora, además, en un museo.
Y es que a lo largo de sus centenares de kilómetros se suceden gigantescas esculturas, monumentos irreverentes a medio camino entre la decadencia y la cultura pop, espacios de vanguardia y rincones únicos. Los podemos encontrar por todos los estados, pero son especialmente llamativos en las zonas desérticas del oeste.
Montañas mágicas en Nevada
Allí precisamente es donde se ha levantado una de las sensaciones escénica que hace furor en Instagram. En el desierto de Nevada, a no mucha distancia de Las Vegas, se erige el Seven Magic Mountains (Siete montañas mágicas), una gran escultura del artista Ugo Rondinone que juega con el color y con la estética prehistórica de los dólmenes. Está en la Interestatal 15, al sur de la ciudad de los casinos, y se compone de siete torres formadas por rocas de colores. El artista quiso expresar la presencia humana en el desierto, con aires de los indios mojaves y un efecto estético brillante.
Son miles los que ya han colgado en redes sociales una imagen de ellos junto a la instalación artística, que fue producida por el Museo de Arte de Nevada y la Fundación Art Production. Aunque estaba previsto que solo se mantuvieran dos años, el éxito fue tal que se amplió el permiso hasta el final de 2021, aunque todo apunta que se mantendrá mucho más.
Buffalo Bill conquista el oeste
No todas las esculturas son tan abstractas. En plena Ruta 83 encontramos una pieza gigantesca que necesitó de tres años de trabajos para ser creada. Se trata de la gran escultura de Buffalo Bill de Oakley, en el estado de Kansas. Representa al famoso héroe de la conquista del oeste americano montado a caballo y disparando a un enorme búfalo, todo ello con unas dimensiones que doblan la realidad de los protagonistas.
Realizada en bronce en 2004, pertenece a la Fundación Histórica del Salvaje Oeste, que sufragó los 450.000 dólares que costó gracias a contribuciones privadas. Una historia curiosa de su creación es que los atentados del 11-S ocurrieron cuando estaba comenzando a hacerse. El precio del bronce se disparó pero, afortunadamente, el contrato blindó previamente el coste del material, lo que permitió a la Fundación no caer en la bancarrota para levantar la escultura gigante.
Indios, vaqueros y campos de maíz
Tanto indios como vaqueros tienen sus esculturas gigantes por todo el Oeste y Medio Oeste. Algunas de ellas, aun sin terminar tras más de 70 años de trabajos, como la gigantesca dedicada a Caballo Loco en Black Hills (Dakota del Sur). Pero no solo se homenajea a personas, sino también a la razón de la riqueza de la zona: la agricultura.
Llama la atención una gran instalación que han creado en Dublín (Ohio) y que está en la carretera estatal 270. Su nombre ya nos da la pista de qué nos espera: un campo de maíz. Pero el Field of Corn no es tanto un maizal como una sucesión de decenas de mazorcas blancas de gran tamaño, puestas en vertical como si fueran árboles nevados.
Se levanta en lo que sí fue un maizal, pero trata de ser un homenaje artístico en memoria de Sam Frantz, el científico que permitió las mazorcas híbridas. En total son 109 mazorcas de 1,9 metros de alto y 680 kilos de peso que rivalizan en extravagancia con otra escultura gigante a pocos pasos, la de los tres conejos saltarines que se ha levantado también en este pueblo amante del arte al aire libre.
Culto a Vírgenes y automóviles
Pine Bluffs es un pequeño pueblo en la frontera entre Nebraska y Wyoming. Pertenece a este último y presume de ser la respuesta estadounidense al famoso Cristo Redentor de Río de Janeiro. Pero las grandes llanuras no destacan precisamente por montañas como el Pan de Azúcar, por lo que su gigantesca escultura de la Virgen María carece de un pedestal como el cristo brasileño. Tampoco lo necesita para llamar la atención.
En plena Interestatal 80, esta escultura mide 12 metros de alto, a los que hay que sumar los 3 metros de pedestal. Está realizada con una mezcla de polvo de mármol de una cantera de Wyoming junto con aditivos y selladores (el peso final es de 180 toneladas) y está rodeada de otras muchas estatuas de menor tamaño. Se levantó en 1998 como parte de un complejo religioso creado por un matrimonio fascinado por los santuarios de peregrinación de Europa.
La cultura del automóvil está en el ADN de Estados Unidos. Se puede apreciar también en sus esculturas de las carreteras. No en vano, están hechas para circular con ellos. El Cadillac Ranch es una buena muestra de ello. Está en Amarillo (Texas), en plena Interestatal 40, y se trata de una instalación de míticos Cadillac semienterrados en el suelo y decorados con una pintura multicolor que los propios visitantes pueden darle un toque personal, pues pintar los coches está permitido.
No son los únicos coches enterrados. La escultura de Carhenge, que imita a la de Stonhenge (Reino Unido) pero con coches amontonados, todos ellos pintados del mismo color que las piedras del rincón arqueológico británico, también entra en esta categoría. En este caso, a los pies de la Carretera 87, en el pueblo de Alliance (Nebraska). Su autor es Jim Reinders y se levantó en junio de 1897 para celebrar el solsticio de verano. En total son 39 vehículos y el lugar cuenta con su propio centro de visitantes.
Vaqueros, indios, coches emblemáticos, mazorcas, piedras… el que diga que las carreteras americanas son solo gigantescas rectas en las que el tiempo parece haberse detenido no puede estar más equivocado.