España: Las siete maravillas de Sevilla
La capital andaluza se merece siete vidas, pero también se puede comprender si se disfrutan estas experiencias.
EN EL #6: DISFRUTAR DE SUS MUSEOS
El Museo de Bellas Artes de Sevilla, la segunda pinacoteca en importancia de España, fue inaugurado en 1841 y se ubica en la Plaza del Museo, presidida por una escultura dedicada a Bartolomé Esteban Murillo (1617-1682), del que contienen uno de los mejores fondos de su obra. Precisamente coincidiendo con el IV Centenario del nacimiento del artista, en 2017 se creó la Ruta de Murillo que muestra enclaves destacados de su vida y su legado en la ciudad.
Otros centros de arte de interés en la capital andaluza son la Casa Fabiola-Donación Mariano Bellver, que ofrece un completo recorrido por la historia y el costumbrismo de Sevilla durante el siglo XIX. El Monasterio de La Cartuja (siglos XV-XVI), que aloja el Centro Andaluz de Arte Moderno. El Antiquarium, el espacio arqueológico más importante que se conserva de la etapa de la Hispalis romana. El Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, instalado en el Monasterio de Santa María de las Cuevas, que expone pintura y escultura de artistas andaluces. Y el centro de exposiciones CaixaForum Sevilla, el tercero más importante de España, inaugurado en 2017 en la Puerta Triana, a los pies de la moderna Torre Sevilla.
EN EL #5: COBIJARSE EN SUS MONUMENTALES JARDINES
Dicen que Sevilla es la ciudad con más naranjos del planeta (unos 25.000). En su origen, estos árboles fueron traídos desde China, no tanto por sus frutos, sino por su valor ornamental y aromático. Abundan en el parque más bello y famoso de Sevilla, el de María Luisa, que ocupa los antiguos jardines del Palacio de San Telmo, donados a la ciudad por la infanta María Luisa Fernanda en 1893. Su trazado fue modificado para la Exposición Iberoamericana de 1929. El ingeniero francés Jean-Claude Nicolas Forestier, encargado nada menos que de la conservación del Bois de Boulogne de París, decidió dar un trazado irregular al parque sevillano, inspirándose en la idea clásica del amor romántico «que no puede ser sino salvaje y desmedido». Aquella renovación urbana creó la Plaza de España que precede al parque, un espacio semicircular que fue el centro de visitantes durante la exposición y hoy es un resumen de los estilos arquitectónicos de Sevilla, además de un escenario habitual de rodajes. En el parque el paseo discurre entre rincones sombreados por árboles exóticos, románticas glorietas como la dedicada al poeta sevillano Bécquer –del que se puede seguir una ruta por lugares de su vida y otros que inspiraron sus textos– y pabellones que fueron creados para aquel evento internacional.
Menos conocidos, pero igualmente bellos y recomendables son los jardines de La Buhaira, un antiguo huerto árabe convertido en espacio de recreo, a escasos minutos del centro y con vestigios mudéjares; el Parque de los Príncipes, donde se puede seguir una ruta botánica señalizada; o La Cartuja, con varios parques y jardines que cubren de verdor este barrio reurbanizado para la Exposición Universal de 1992.
EN EL #4: PERDERSE EN EL BARRIO DE SANTA CRUZ
El alma de la capital andaluza se guarda en la antigua judería sevillana, hoy uno de los barrios más animados de la ciudad. Está formado por un laberinto de calles encaladas y casas de colores que siempre desembocan en un rincón especial: una plaza recoleta con naranjos y fuente, una tasca donde degustar sabrosas tapas o tiendas de artesanías (abanicos, cerámica…) o frente a un monumento como Catedral. El callejón de los Suspiros, junto al Patio de Banderas del Alcázar, era uno de los accesos principales al viejo barrio judío. En la calle Ximénez de Enciso se halla la Casa de la Memoria, un museo sobre la historia sefardí de Sevilla.
Las plazas de Doña Elvira y de los Venerables son dos de sus referentes. Esta última está presidida por el antiguo hospital que da nombre a la plaza, un convento que guarda una espléndida iglesia barroca, cuyo techo está decorado con frescos del siglo XVII. Desde 1991 es sede de la Fundación Fondo de Cultura de Sevilla y del espacio expositivo Centro Velázquez.
Los misteriosos pasadizos subterráneos y la aljama judía conservan tesoros como uno de los pocos lienzos de muralla que se conservan en Sevilla –otros se pueden ver en el Real Alcázar, en los Jardines del Valle, en la Macarena o en la plaza del Cabildo–. La calle del Agua, un antiguo adarve que circulaba junto a la muralla, esconde coquetos patios refrescados por fuentes, como el de la casa del número 2, donde residió el escritor Washington Irving durante sus viajes por el sur de España.
Tampoco hay que olvidar que Santa Cruz es otro epicentro sevillano para el tapeo, con calles como Mateos Gago, una de las más animadas de la ciudad. Los golosos también pueden seguir en el barrio la Ruta del Dulce, que recorre confiterías, obradores y conventos con dulcería y aromas a canela, anís y almendra.
EN EL #3: PASEAR EL CENTRO
Lo magnífico del centro sevillano no son solo los siglos de historia que acumula, sus infinitas leyendas o los monumentos emblemáticos que acoge. Recorrerlo da la posibilidad de admirar todos los estilos del arte presentes en la capital andaluza, desde el medieval al contemporáneo. Además, el encanto de las calles, plazas y rincones y el tamaño asequible de la ciudad la hacen ideal para conocerla callejeando a pie o con rutas en bicicleta, sin olvidar los clásicos paseos en calesa desde la Catedral al Parque de María Luisa.
Lo mejor será empezar recorriendo las orillas del Guadalquivir. La Torre del Oro es sin duda el monumento más emblemático erigido junto al río sevillano, además de un constante punto de referencia. Esta atalaya defensiva originaria de la época almohada (siglo XIII), con almenas y doce costados, fue una de las defensas fluviales de la ciudad. Hoy aloja el Museo Naval y es además punto de partida de los paseos por el Guadalquivir, que pueden ser desde rutas cortas a excursiones hasta su desembocadura en Sanlúcar de Barrameda.
La Plaza Nueva de Sevilla la preside el Ayuntamiento, un edificio histórico del siglo XVI que está considerado uno de los ejemplos más notables de la arquitectura renacentista de nuestro país, cuya belleza se amplía con elementos decorativos del plateresco. La casa consistorial se ubica donde se encontraba el Corral de los Olmos, un grupo de casas mudéjares que no estaban en muy buen estado, y que el rey Carlos V hizo sustituir por un solemne edificio para la ciudad. Hoy se puede visitar el interior, donde se guardan techos de artesonados y muchas obras de arte.
El Archivo General de Indias se erige compartiendo espacio con la Catedral en la Plaza del Triunfo. Este edificio herreriano es uno de los más majestuosos de Sevilla y ejemplo del estilo que promovió el arquitecto Juan Herrera. Se construyó entre 1584 y 1598 para acoger la Lonja de Mercaderes. Años después, en 1785, el rey Carlos III lo convirtió en el Archivo de Indias donde mandó reunir toda la documentación de la administración del Nuevo Mundo. Conserva unos 43 000 legajos, con 80 millones de páginas y 8000 mapas y dibujos. Dicen que si se colocase en fila todo el material que se conserva, este ocuparía nada menos que ¡9 kilómetros!
Este paseo de arte puede seguir hacia el oeste de la Catedral y el Ayuntamiento, cruzando el gastrobarrio El Arenal, el top sevillano para disfrutar de la nueva gastronomía, para llegar a la Plaza de la Encarnación. En ella se levanta la vanguardista estructura del Metropol Parasol, el famoso mirador de cinco niveles conocido como Las Setas –y una de las estructuras de madera más grande del mundo–, que encarna la Sevilla del siglo XXI.
EN EL #2: SUMERGIRSE EN LOS REALES ALCÁZARES
Diez siglos de historia y arte afloran en sus estancias y jardines. Este palacio andalusí, mudéjar y renacentista fue la residencia de los reyes árabes y cristianos desde el siglo X y está considerado uno de los monumentos más bellos de Europa.
Se construyó en diversas etapas y estilos. El acceso se realiza como hace siglos por la Puerta del León, abierta en el siglo XII en la muralla que rodeaba el palacio musulmán; sobre el dintel se observa un panel de azulejo con un león coronado. El recinto reúne una sucesión de patios, como el del Yeso, decorado con filigranas de yeserías, el Patio de las Muñecas, que toma su nombre de dos cabezas femeninas esculpidas, o el Patio de Montería, donde se reunían los monteros que acompañaban al rey en sus jornadas de caza.
Pero el principal y más bello de todos es el Patio de las Doncellas, del siglo XIV, decorado con arcos lobulados considerados una obra maestra de la decoración musulmana, también presentes en La Alhambra granadina. Con un estanque central, a su alrededor se situaban las dependencias oficiales como el Salón del Trono. El recinto del Alcázar también muestra otras salas imponentes, como el Salón de los Embajadores, donde el monarca alardeaba de esplendor al recibir a sus visitas, cubierto por una cúpula rematada por conchas de mocárabes dorados y dos balcones añadidos en 1597. O la Sala de Carlos V, situada junto al palacio gótico que levantó el Alfonso X en el siglo XIII, también llamado Sala de las Fiestas pues acogía celebraciones como el banquete de bodas de Carlos I. En el siglo XVI se renovó con zócalos de azulejos y se cubrió de pinturas y tapices.
El recinto incluye los espléndidos Jardines del Alcázar, un remanso de paz en el corazón de Sevilla, donde se funden el estilo islámico, con fuentes y parterres, y el renacentista, con setos, glorietas y estatuas. Un oasis de antiguos sultanes que hoy se puede disfrutar paseando. Entre julio y septiembre son el escenario de un festival musical.
EN EL #1: CONQUISTAR UNA CATEDRAL CON GIRALDA
La imponente Catedral gótica es la joya monumental de Sevilla y el principal símbolo de la ciudad. Fue erigida en el siglo XV sobre la gran mezquita almohade, de la que conserva el Patio de los Naranjos, antiguo espacio de abluciones, y el alminar, hoy su campanario. El templo tardó cinco siglos en construirse, desde inicios del XV hasta los primeros años del XX.
La visita empieza en la Puerta del Perdón, atraviesa el Patio de los Naranjos y accede a la inmensa nave central, donde destacan el Tesoro y la Capilla Mayor, con un valioso retablo guardado tras una reja de forja del siglo XVI. El interior atesora la tumba de Cristóbal Colón.
Saliendo del templo se admira la curiosa Puerta del Lagarto, a la derecha de la Giralda, de la que cuelgan un cocodrilo, un colmillo de elefante, un bastón de mando y el bocado de un caballo. La explicación se encuentra en una leyenda sevillana, que cuenta que eran presentes que un esperanzado sultán hizo al rey Alfonso X en espera de recibir por ellos la mano de su hija. El rey no la concedió y los regalos pasaron a ser custodiados en la Catedral.
Y acabamos la visita a Sevilla en el elemento más representativo de la ciudad, La Giralda, una torre que era el minarete de la gran mezquita del siglo XVI, y que fue convertida en el campanario de la catedral. En el siglo XVI se le añadió un cuerpo renacentista en el último piso. Hoy se puede subir a su mirador para despedirse de la ciudad con una vista del centro a 70 me de altura.