Latinoamerica: Santiago de Chile barrio a barrio
Los distritos de la capital chilena muestran un carácter abierto e innovador que mantiene fuertes vínculos con las raíces ancestrales.
BARRIO YUNGAY Y BRASIL
Los barrios Yungay y Brasil acaban de cumplir 180 años y como regalo les han doblado el área protegida patrimonialmente bajo la etiqueta “Zona Típica”. Fue el área que la aristocracia surgida del auge minero escogió para vivir y hoy conserva numerosos edificios de gran valor arquitectónico. Las muestras de arte callejero son frecuentes en la plaza Brasil y hay un par de interesantes museos que ayudan a conocer la historia reciente del país, la Fundación Víctor Jara y el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos. En el apartado gastronómico, en Yungay está uno de los restaurantes más curiosos de Santiago, la Peluquería Francesa, peluquería y restaurante donde la mayoría de objetos expuestos están en venta.
BARRIO BELLAVISTA
En la segunda mitad del siglo XX, la pléyade artística transformó un arrabal medio abandonado en el epicentro de la bohemia capitalina. De día, es agradable pasear entre sus casas de colores y echar un vistazo a algunos citésbien conservados, los conjuntos de viviendas de fachada continua que sirvieron para alojar a la clase obrera a principios del siglo pasado. De noche, Bellavista es uno de los barrios más interesantes para andar de carrete (salir de fiesta). Un buen lugar para iniciar la noche es el patio Mallinkrodt, con varios food trucks y productores de cerveza artesanal.
BARRIO LASTARRIA
Si se hace caso al plano metropolitano el nombre del barrio es Santa Lucía, a los pies del cerro homónimo, pero se ha popularizado como Lastarria por su calle principal. La zona es conocida por su alta concentración de oferta cultural y gastronómica, con cines tan interesantes como El Biógrafo o el Radical y el centro cultural Gabriela Mistral, y restaurantes como Sur Patagónico, especializado en carnes; Nolita, donde sirven las apreciadas ostras de Chiloé que tanto gustaban a Neruda; o Bocanariz, con curiosas propuestas de maridaje con vinos chilenos.
MERCADO DE LA VEGA
El mercado Central no está nada mal, con sus puestos especializados en pescados y mariscos con nombres tan sonoros como picorocos, jaibas, piures o cholgas, y los restaurantes donde degustarlos. Pero el gran bazar de la capital chilena está al otro lado del río Mapocho, el mercado de la Vega. El producto, de la huerta chilena en su mayoría, te recibe a porta gayola, con todos los colores, olores y sabores que deben tener las decenas de variedades de patata, la palta (aguacate), las carnes, los ajíes o los cítricos que hace un rato colgaban del árbol.
LA VEGA CHICA
Frente al mercado del producto está este espacio con pequeños puestos donde sirven comidas típicas de Latinoamérica. En muchos casos, no son más de media docena de mesas alrededor de un par de fogones donde esforzadas mujeres atienden a varias ollas a la vez para llenar los platos con toda la cuchara que sus abuelas les legaron. Los precios son populares y entre las raciones más demandadas están el caldo de pata, el ajiaco, las guatitas, las prietas y el pastel de choclo.
LA CHASCONA
Pablo Neruda construyó casas como si escribiera poesía. A la de Santiago le puso el nombre en honor de Matilde Urrutia, su tercera mujer. Chascona es una palabra quechua que quiere decir pelo desordenado o despeinada. En el comedor se puede ver un cuadro de Diego Rivera que representa a esa Matilde despeinada, escondiendo a Pablo en su cabello. La casa fue el lugar de los encuentros furtivos entre los dos amantes y, más tarde, la vivienda donde el poeta pasó junto a ella los últimos 18 años de su vida.
RESTAURANTE PEUMAYEN
Es uno de los restaurantes más interesantes de Santiago, especialmente ahora que hay un creciente interés en todo el país por reivindicar las culturas ancestrales. Su cocina está inspirada en los pueblos originarios y es fruto de una profunda investigación de los ingredientes y las técnicas de las recetas del Chile prehispánico. Tienen cuatro menús o fondos, Tierra (carne), Agua (pescado), Mixto y Vegetariano. Todos empiezan con una selección de panes representando culturas del país de norte a sur, aimara, mapuche, chilote o de la lejana Rapa Nui.
BARRIO ITALIA
Alrededor de la avenida Italia, en Providencia, encontramos una de las zonas más tranquilas de la ciudad, una mezcla de zona residencial con casas de tipo colonial con una sola planta y vistas a la cordillera, anticuarios, tiendas de muebles de diseño y decoración, galerías de arte contemporáneo y un puñado de cafés más que instagrameables. Si viajas con tu mascota, en el barrio Italia está la pastelería Sabores by Monet, especializada en postres para perros y gatos, y el Restaurante Lusitano, donde disfrutar de un ambiente relajado en su terraza.
VINOLIA
Para profundizar en el mundo de los vinos chilenos, que en los últimos años han alcanzado gran prestigio a nivel mundial por su calidad, merece la pena hacer una de las catas que organiza la enoteca Vinolia, situada en la exclusiva municipalidad de Vitacura. Tiene programadas catas temáticas por zonas vinícolas, con la particularidad de que están dirigidas por los propietarios y enólogos de cada bodega, quienes a través de vídeos proyectados en una gran pantalla van explicando las características del paisaje donde se produce su vino y las notas de cata para poder apreciarlo mejor.
UN PASEO POR EL CENTRO
Bullicioso, con tráfico y con una vida menos interesante que la de los barrios. Así es el centro histórico de Santiago. No obstante, hay dos puntos de interés en ese damero de calles: la plaza de Armas, con la enorme Catedral Metropolitana y los parroquianos jugando al ajedrez, y la plaza de la Constitución, con el Palacio de la Moneda y la estatua de Salvador Allende. En los bajos de La Moneda hay un centro cultural con exposiciones de pintura, fotografía y programación de ciclos de cine. La entrada a las exposiciones es gratuita hasta el mediodía.
CERRO DE SAN CRISTOBAL
Un buen lugar para despedirse de Santiago. Si bien la vista más espectacular de la ciudad y las cordilleras de los Andes y de la Costa es la del mirador Sky Costanera, desde allí no se ve el que es el rascacielos más alto de Latinoamérica. La visión desde el cerro sí lo incluye en la foto. Es especialmente recomendable al atardecer, para ver la puesta de sol y el encendido de las luces artificiales de los edificios del barrio financiero.