15 grandes libros de viajes
Estos son los títulos imprescindibles que te llevarán de viaje alrededor del mundo
«Venecia», Jan Morris
Nadie como Jan Morris para encarnar la pasión nómada que nos empuja a ir siempre tras un nuevo horizonte. El viaje viene a enseñarnos de alguna forma que la identidad no es estable. Jan Morris lo sabía y tal vez por ello, con menos de 40 años ya había dado varias vueltas al mundo, había sido militar, corresponsal de guerra y había tenido tiempo, incluso, para coronar el Everest. Le falta, eso sí, culminar su transformación en mujer, porque, por entonces, aún se llamaba James Morris. Como escritora, es la autora de varios libros clásicos de viaje. El que dedicó a Venecia, donde vivió un largo tiempo, es uno de ellos: una historia desbordante, subjetiva y apasionada de la ciudad. Justo lo que necesita en estos tiempos de masificación turística.
«El pez escorpión», Nicolas Bouvier
El pez escorpión (1982), en realidad, es comenzar por la mitad de un viaje. De Nicolas Bouvier hay que hablar de tres libros de viajes míticos publicados en diferentes fechas pero que explican un mismo viaje: el realizado entre los años 1953 y 1956, junto a su buen amigo Thierry Vernet, desde Yugoslavia a la India, Ceilán, y Japón. Los caminos del mundo (1963), narra la primera parte; mientras que, en Crónica japonesa (1975) explica el final de su largo recorrido. En concreto, El pez escorpión es el libro con el que Nicolas Bouvier consiguió, 27 años después, narrar su experiencia -dolorosa y a la vez, reveladora- en Ceilán, la antigua Sri Lanka, donde se vio forzado a hacer un alto durante meses, enfermo y deprimido. Y es que, como él mismo dejó escritor: “Crees que vas a hacer un viaje, pero enseguida el viaje es el que te hace, o te deshace”.
«El Camino más corto», Manuel Leguineche
El camino más corto se recorre en algo más de 600 páginas y pasa por dar una vuelta al mundo que duró más de dos años. Un viaje en el que participó un joven de 23 años, Manuel Leguineche, que con el tiempo se convirtió en una de las figuras más legendarias del periodismo español. El primer capítulo comienza así: “Harold Stevens, el Jefe, palmeó varias veces sobre la bruñida chapa del todoterreno como si fuera el lomo de un pura sangre”. Es el pistoletazo de salida para un recorrido lleno de aventuras que contagia la emoción por descubrir el mundo. Manuel Leguineche escogió el título de un fragmento del libro Diario de viaje de un filósofo, de Hermann Keyserling: “El camino más corto para encontrarse uno a sí mismo da la vuelta al mundo”.
«Viajes con Charlie», John Steinbeck
“Cuando yo era muy joven y tenía dentro esa ansia de estar en otro sitio, las personas mayores me aseguraban que al hacerme mayor se me curaría este prurito”. Pues bien, ahí está John Steinbeck, todo un Premio Nobel de Literatura, para desmentir que el instinto nómada pase con la edad. A los 58 años y tras un ictus cerebral, el autor se fue de viaje junto a su perro Charlie, un caniche francés “viejo y caballeroso”, a lo largo de Estados Unidos. De aquella experiencia, escribió este libro: Viajes con Charley en busca de Estados Unidos (1960). El libro, genial entre la realidad y la ficción, no deja de ser un canto, aunque nostálgico, a la libertad del viaje.
«En el camino», Jack Kerouac
Se publicó por primera vez en 1957 y más que un libro, es un auténtico mito. Un torbellino de sensaciones, de vida, de continuo movimiento. Esta es la biblia de la generación beat, escrita en un rollo de papel contínuo en una sola noche empujada por la benzedrina, o eso dice el mito de su génesis (en realidad fueron tres semanas y sucesivas ediciones). Este libro es un enfurecido canto a la libertad, su ritmo es el del Bebop, el jazz de los años 40; en él, la carretera es metáfora de la vida, y está dedicado a la única gente que le interesaba a Jack Kerouac: “la gente que está loca por vivir, loca por hablar, loca por salvarse, con ganas de todo al mismo tiempo, la gente que nunca bosteza ni habla de lugares comunes”.
«Viaje al Japón», Rudyard Kipling
No es un libro de viajes al uso. Incluso, Kipling se inventó a un personaje para poder tener un contrapunto a la hora de hablar de Japón, el país que, en 1889, fue su última escala en Asia antes de seguir ruta en barco hacia Estados Unidos. El libro narra desde una perspectiva muy subjetiva, en momentos rayando la irónica superioridad, varios lugares del «País del Sol naciente». Un Japón “del que proceden el alcanfor, la laca y las espadas de piel de tiburón […]”. Kipling hace lo que debe hacer cualquier viajero: admirarse constantemente. Y si bien el país ha cambiado mucho desde su visita, vale la pena volver a este clásico, aunque sólo sea por la magnífica prosa y sus bellos pasajes descriptivos.
«Cartas desde Estambul», Mary Wortley Montagu
¡Qué viajera! Mary Wortley Montagu fue la primera persona que accedió a los espacios más privados e íntimos de la sociedad otomana, como los harenes, y lo contó en un libro en forma de epistolario que cambió para siempre la imagen que Europa tenía en el siglo XVIII de la cultura otomana. La vida de esta viajera, que despertó la admiración de intelectuales de la época, es hoy un necesario icono feminista: empujada por la pasión del viaje, ocupó un espacio que la sociedad victoriana de su época no le había abierto. En 1716, Lady Montagu viajó con su marido, embajador inglés, hasta Adrianópolis. Durante el tiempo que le acompañó, aprovechó para observar con atención e inteligencia todo lo que le rodeaba y mantuvo una abundante correspondencia con familiares y amigos. Cartas espléndidas de leer que, tras su muerte, en 1763, aparecieron publicadas bajo el título de Embassy Letters.
«En las antípodas», Bill Bryson
Bill Bryson es de esa gente que siempre, siempre, aparece en las fotos con una gran sonrisa. Sonrisa que se te queda marcada en el rostro cuando comienzas a leer y que se mantiene tiempo después tras la última página del libro. El humor y la ironía son dos de los principales rasgos de este prolífico autor de libros de viajes. “Nuestros instintos culturales nos dicen que cuando se viaja tan lejos, se debería encontrar, por lo menos, gente a camello…”, esto lo dice el bueno de Bill Bryson al llegar a Australia, el único país que es a la vez continente, y ver que la gente no va en camello, que, precisamente, no es una de las especies endémicas; pero que, por contra, hay algunos de los animales más peligrosos del planeta.
«El cielo protector», Paul Bowles
No es un libro de viajes. Pero es un libro para viajar. Además, lo escribe uno de los referentes entre los escritores nómadas, amigo de intelectutales y escritores como William Burroughs, Jack Kerouac o Truman Capote, y mítico personaje del Tánger más contracultural del S.XX. Paul Bowles hizo del desplazamiento su tema más recurrente y ahí están sus muchas crónicas viajeras para demostrarlo. La necesidad del desplazamiento nace en él por la conciencia que tiene de que el mundo es variado y diverso: “Si las gentes y su modo de vivir fueran iguales en todas partes no tendría mucho sentido desplazarse de un lugar a otro”. Y es, precisamente, esa perspectiva vital, la que mueve a sus personajes literarios, como a Kit y Port, la pareja protagonista de El cielo protector que viaja al desierto norteafricano del Sahara, y a sus propios desiertos interiores.
Viajes con Heródoto (Kapuscinski)
“Al fin y al cabo, el viaje no empieza cuando nos ponemos en ruta ni acaba cuando alcanzamos el destino”, escribió Ryszard Kapuscinski. Empieza mucho antes, y, de alguna forma, nunca acaba porque es una actitud vital. Kapuscinski era reportero en la empobrecida Polonia de los cincuenta. En aquello tiempos, una idea le obsesionaba: “Me preguntaba qué sensación se experimentaba al cruzar la frontera”. Así es como logró viajar por primera vez fuera de su país, a la India, donde llegó a Delhi con un ejemplar de la Historia de Heródoto bajo el brazo. Éste clásico del periodismo, más que a viajar, nos enseña a mirar: la mirada a los otros como elemento fundamental de todo viaje. El libro es un personal homenaje al historiador griego, que acompañó a Kapuscinski a lo largo de toda su trayectoria vital y profesional a lo largo del mundo.
«Cinco viajes al infierno», Marta Gellhorn
“El único aspecto de nuestros viajes que tiene público garantizado es el desastre”, así era la inteligencia que se solía gastar Martha Gellhorn, escritora, periodista y aventurera americana de arrolladora personalidad. Tanta, que dejó plantado a Hemingway tras cinco años de matrimonio. Hizo lo que se le antojó en sus 90 años de vida; sobre todo, viajar como corresponsal por diferentes lugares de África, España, México, sin rehuir nunca algunos de los destinos más conflictivos del mundo por entonces. Este libro reúne algunas de sus muchas anécdotas y experiencias a lo largo del mundo.
«En los mares del Sur», Robert Louis Stevenson
Si de niños soñamos con ser piratas no es más que por el tesoro escondido. De mayor, muchos siguen buscándolo en sus viajes. Para Robert Louis Stevenson su tesoro se encontraba en cualquier lugar con un clima benigno para sus pulmones castigados por la tuberculosis. Así es como llegó a los mares del Sur. En el año 1889, acompañado de su esposa Fanny y su hijastro Lloyd Osbourne, llegaba a bordo del velero «El Casco» las Islas Marquesas, las Pomotú, Hawai, las Gilbert y Samoa. Finalmente, se asentaron en Samoa, en la isla de Upolu, para morir pocos años después, en 1894. Este libro es una obra autobiográfica en la que narra todo lo que vio y experimentó durante este periplo por los mares del Sur. El resultado, un conjunto de artículos con un detalle minucioso y una riqueza en descripciones que transportan al lector a estos paradisíacos parajes.
«El tao del viajero», Paul Theroux
Toda una enciclopedia portátil para el viajero escrita por Paul Theroux, uno de los más grandes escritores estadounidenses actuales; sobre todo en materia de viajes, autor de clásicos ya del género como El gran bazar del ferrocarril: en tren a través de Asia (1975) o El viejo expreso de la Patagonia: un viaje en tren por las Américas (1979). El valor de El tao del viajero está en que evidencia toda la poética viajera que hay detrás de un gran viajero como es Paul Theroux. El resultado: un divertido compendio de anécdotas, autores que le influyeron, citas, reflexiones y observaciones acerca de qué significa el viaje.
«Guía para viajeros inocentes», Mark Twain
Son varios los argumentos para considerar a éste uno de los libros de viajes más importantes dentro del género. Pero resumiendo: primero, lo escribió Mark Twain, padre de personajes emblemáticos como Tom Sawyer; segundo, en él narró el que, probablemente, fue el primer viaje organizado de la historia («una excursión a Tierra Santa, Egipto, Crimea, Grecia y lugares de interés intermedios»); y, tercero, porque su lectura de más de 600 páginas, aún hoy, depara una serie de divertidísimas impresiones acerca del viaje moderno.