España: Escapada de 48 horas a Gijón
A Gijón, tierrina del buen yantar y mejor vivir, cualquier época del año le sienta genial. Te lo demostramos en estas 48 horas, un fin de semana intenso, que concentran lo mejor de esta ciudad asturiana que no cierra por vacaciones
Gijón gusta y lo sabe. Por eso pasa del calendario y cambia de canal cuando sale el hombre del tiempo. Sabe que sus veranos son los más potentes del norte. Que en primavera y otoño los miradores y sendas de su concejo dan la talla. Que cuando bajan las temperaturas un buen abrigo invita a pasear por sus playas, y que para calentar el espíritu ya está la fabada y el pote. Y si cae l’orbayu, que caiga, que alguien debe calmar la sed del verde que custodia su costa.
Vital, marinera, accesible y sostenible, petfriendly, festivalera y con un toque canalla que borda su brutal personalidad. Así es Gijón, una ciudad con alma de bon vivant que presta –gusta en asturiano, el verbo más usado en la ciudad– y mucho.
Primer día
10h. Dirige tus pasos a Cimavilla y callejea por el antiguo barrio marinero, donde empezó todo. Una península empinada que sabe a mar y huele a sidras, con fachadas de colores, palacios y casas de pescadores, que custodia el pasado de la ciudad y exprime su presente. Lo comprobarás visitando la iglesia Mayor de San Pedro, las Termas Romanas de Campo Valdés, el Museo Casa Natal de Jovellanos o en la íntima capilla de La Soledad. Lo vivirás en los chigres con pedigrí de la plaza de Arturo Arias, más conocida como el Lavaderu, y en otros nombres propios del lugar como la calle del Rosario o la plaza de la Corrada.
Si quieres dejar que la mirada vuele a lo largo de la costa y planee sobre la ciudad, enfila la calle Artillería hasta el Cerro de Santa Catalina. Ahora ya no hay corsarios que vigilar ni atalayeros avisando de la presencia de ballenas, y son sus vecinos –los playos– y demás gijoneses quienes disfrutan de este baluarte natural mientras los turistas se hacen fotos bajo el Elogio del Horizonte. Los que saben que Eduardo Chillida lo diseñó para que amplificara el sonido del Cantábrico se detienen antes a comprobarlo. El resto simplemente tira de selfie en el símbolo indiscutible de la ciudad.
Elogio del Horizonte
Pon la mente en blanco, llena tus pulmones y déjate mecer por el sonido del mar. Acabas de llevarte un trocito del Cantábrico capturado bajo 500 toneladas de hormigón. Las que utilizó Eduardo Chillida para dar forma al Elogio del Horizonte.
Playa de San Lorenzo
Dicen que la playa de San Lorenzo es uno de los mejores arenales urbanos de España, que es perfecta para coger olas hasta el atardecer, y que ella solita se basta y se sobra para justificar una visita a Gijón. Lo dicen y es cierto.
Entre sidras anda el juego
Para que no te manden «a ver la ballena», toma nota. La sidra se pide por botellas y no se tira, se escancia. Se sirve en culinos y en un solo vaso que se comparte. Cuando llegue tu turno, no te recrees. Bébetela de un solo trago, pero sin apurar, tira el poso al suelo y que siga la fiesta. Y sí, es de baja graduación, pero puedo resultar traicionera.
Laboral Ciudad de la Cultura
La ciudad ideal de Luis Moya, construida a mediados del siglo XX, es un magnífico discurso arquitectónico que acoge todo tipo de exposiciones y propuestas de ocio.