Schwabing: recuerdos de los años de bohemia en Múnich.
Aunque no haya Oktoberfest hay motivos para visitar Múnich, donde se puede descubrir la vida bohemia y rebelde del barrio de Schwabing.
“Schwabing no es un barrio, es un estado de ánimo”. Así definió la escritora y artista Franziska von Reventlow qué significaba vivir en ese barrio de Múnich a principios del siglo XX.
Aunque mucho ha cambiado la capital bávara en los últimos 120 años, todavía se conserva un orgulloso aire de bohemia en Schwabing, imán de intelectuales, músicos, artistas y escritores hasta que la Primera Guerra Mundial cayó como un telón.
Meca de intelectuales
Vasili Kandisky dijo que en sus calles descubrió la necesidad de alcanzar el arte total, y con Gabriele Münter fundaron el movimiento El jinete azul, uno de los tantos grupos de intelectuales que cabalgaban en las vanguardias.
Thomas Mann, Rainer Maria Rielke, Patrick Süskind, Doris Dörrie y Stefan George eran otros de los talentos que vivían en los bloques de viviendas de estilo jugendstil, la variante germana del art nouveau.
Kandisky, Mann, Rielke, Klee y Süskind eran algunos de los talentos que vivieron en las calles de Schwabing
Paul Klee realizaba fiestas que eclipsarían a los happenings de los ’60 en el antiguo Palacio Suresnes, donde tenía su atelier. Si no estaban pintando o escribiendo, estos intelectuales solían ser vistos en los cafés que rodean a la universidad.
La resurrección
Tras la Segunda Guerra el barrio resucitó de sus cenizas –como todo Múnich, que había sido arrasado por los bombardeos-, donde muchas viviendas art nouveau e historicistas compartían espacios con nuevos bloques de estética insulsa levantados en los años ’60.
Los cabarets y cafés se transformaron en epicentros del movimiento hippie, que luego devino en núcleos contestatarios conforme en los ’70 se radicalizaban algunos espíritus.
Nostalgia de años dorados
Todavía quedan muestras de aquellos años dorados, como los teatros Münchner Lach und Schießgesellschaft, TamS, Heppel & Ettlich, Lustspielhaus o Vereinsheim.
Otro sitio recomendado para viajar a los años bohemios es el restaurante Alte Simpl, donde un grupo de intelectuales fundó la revista satírica Simplicissimus.
Allí todavía cuelgan dibujos y poemas realizados por artistas que no podían pagar su comida más que con su arte.
Otros restaurantes como Schwabing Laterne (renovado con buen criterio histórico), comparten lugar con librerías y tiendas de antigüedades, como un túnel del tiempo hacia los años de la avant-garde muniquesa.
Otros aires
El barrio se ha gentrificado, acusan sus vecinos de toda la vida. Sí, Schwabing ha cambiado, pero su epicentro se mantiene a lo largo de la avenida Leopoldstrasse, donde todo el mundo sale a tomar un café o a pasear en bicicleta.
El Englischer Garten es uno de los espacios verdes favoritos de los vecinos de Múnich, uno de los parques urbanos más grandes de Europa
Pero para buscar un poco más de verde hay que ir al Englischer Garten (Jardín inglés), que corre paralelo a la Leopoldstrasse.
En realidad aquí hay mucha más naturaleza, porque con sus 370 hectáreas es tres veces más grande que el Parque del Retiro de Madrid.
Mucho verde
Allí es donde los vecinos de Múnich buscan un poco de sosiego, hacer un picnic, pasear por la ribera del río Isar o disfrutar de las cervezas en los biergarten, como consuelo de que este año no se celebrará el famoso Oktoberfest.
Eso sí: si se quiere recorrer el parque y visitar la Torre China (una pagoda de 25 metros de alto) o contemplar las panorámicas que se extiende desde el templo neo-clásico de Monopteros, hay que recurrir a la bicicleta. Las piernas lo agradecerán.
La arquitectura más señorial
De vuelta a las calles, se comprobará que el sector del suroeste mantiene un espíritu juvenil, gracias a su vida universitaria como la que se ve en la calle Türkenstrasse o en el mercado de Elisabethplatz.
Los que buscan recuerdos de la arquitectura más señorial pueden buscar los palacetes del siglo XIX que se levantan en Kaiserstrasse, mientras que los inmuebles de estética neoclásica se concentran en la Georgenstrasse y los jugendstil en la Franz Joseph Strasse.
La Academia de Bellas Artes de Múnich vale la pena una visita para empaparse de arte, y a pocos pasos está la pomposa entrada a Leopoldstrasse con el arco del triunfo (Siegestor), construido por Luis I de Baviera.
En la entrada de la Universidad de Múnich el monumento a la Rosa Blanca recuerda al movimiento estudiantil que intentó parar la barbarie nazi en 1942, fracaso que lo pagarían con sus vidas.
Una síntesis de cómo Schwabing fue un centro de rebeldía e inconformismo hasta en los años más oscuros del país.