Francia: 48 horas en Annecy, la Venecia alpina.
Canales cuajados de flores que desembocan en un lago rodeado de montañas y palacetes. Así es Annecy, uno de los rincones más bellos de los Alpes franceses
Venecia se ha usado como referente para describir muchos rincones del planeta. Suzhou, en China; Birmingham, en el Reino Unido; o Gold Coast, en Australia; son algunas de las muchas ciudades que cuentan con ese apelativo. Pero describir a Annecy solo como la ‘Venecia de los Alpes’ es quedarse corto, pues esta pequeña capital de la Alta Saboya es mucho más que un delicioso conjunto de canales.
Estamos ante la puerta de entrada a la cordillera en sí misma, a un lago de intenso color turquesa en verano, rodeado de grandes picos cuyo efecto paisajístico te deja, literalmente, sin palabras. Si hay un rincón en Europa cuyo paisaje nos puede provocar ‘Síndrome de Stendhal’, ese es Annecy.
Dos días en Annecy
A apenas un par de horas en coche de Lyon, esta coqueta ciudad francesa ha hecho de su espectacular belleza su mejor carta de presentación. Todo el centro histórico está compuesto por pequeños canales a cuyo alrededor se van sucediendo casas de estilo tradicional alpino, algunas de ellas conservando su pasado medieval. Da igual que sea invierno o verano; todos los canales sin excepción están decorados con maceteros de coloridas flores creando un efecto aun más hermoso cuando paseamos por los pequeños puentes con barandillas de hierro.
El primer paseo por la ciudad medieval nos servirá para hacernos una composición de lugar y para orientarnos. Pero, si queremos la mejor vista panorámica y, desde allí, empezar la visita, tendremos que encaminarnos al castillo. Y lo hacemos subiendo o bien una cuesta bastante empinada (la rampe du Château) o a través de callejones llenos de encanto con más de un centenar de peldaños (el Chemin des Remparts); pero merece, y mucho la pena, porque ver el lago en todo su esplendor y la ciudad a sus pies es todo un regalo.
Monumento histórico desde 1902, este castillo medieval, residencia de los Condes de Ginebra en los siglos XIII y XIV, ha sido restaurado manteniendo su rediseño del siglo XVI, aunque algunas zonas, como la Torre de la Reina, sigue siendo la original del siglo XIII. Con 30 metros de alto, su observatorio permite grandes vistas. Justo al lado, un pequeño parque hace también las veces de mirador hacia el centro histórico y el comienzo del lago. Además, parte de los antiguos barracones son hoy salas de exposiciones.
Tras visitarlo, toca desandar lo subido y, con precaución, volver al centro. En la Place Sainte-Claire empezaremos un paseo en el que tendremos la oportunidad de picar algo en sus muchas terrazas o ir eligiendo restaurante para disfrutar de un buen almuerzo o cena, pues todos tienen su menú a la vista.
Palacio de la Isla
Nos encaminaremos a el Palacio de la Isla, una antigua prisión del siglo XII en una pequeña isla en el río que es, además, la imagen más icónica de Annecy. Atravesar la pequeña isla por el pasaje y pasar a la otra orilla, para terminar de rodearlo, es la mejor opción.
Así, además, tendremos a nuestra espalda la iglesia de San Francisco de Sales, una de las más importantes de la ciudad y que está literalmente levantada sobre las aguas del río, ya desembocando en el lago Annecy. (Por cierto, una de las terrazas más coquetas, la del Café des Arts, está precisamente dentro de la mini isla de la prisión, pero tiene apenas unas mesas, por lo que, si vemos una libre, ¡a por ella!).
Es el momento de cruzar el último de los puentes entre la ciudad histórica y el lago y encaminarnos a Los Jardines de Europa, sin duda uno de los más hermosos parques del continente. Con forma de media circunferencia, está plagado de miradores desde donde observar las altas montañas que caen al lago, pero también de esculturas e instalaciones artísticas de vanguardia que consiguen mezclarse con los árboles, arbustos y flores.
De allí parten los barcos que hacen pequeños cruceros por el lago, barcas para parejas o pequeños grupos, kayaks… Y, si queremos sentirnos como un local, nada como elegirlo para nuestro primer almuerzo. Y es que los Jardines de Europa son el rincón favorito para un picnic cuando hace buen tiempo en Annecy. No faltan puestos de fruta cortada (por 2 €, un vaso grande con cinco tipos de fruta) y bebidas, por lo que solo hace falta llevar un poco de pan y lo que vayamos a comer. La escena será de lo más bucólica.
Hablando de bucólico… En el parque está el puente de los Enamorados, al final del canal del Vassé y que conecta los jardines escénicos con una gran explanada: el Paseo Jaquet. Un paseo perfecto rodeando el lago y desde el que admirar el edificio de la Prefectura de la Alta Saboya y el Casino Impérial, nuestra siguiente parada.
Se trata de un gran inmueble frente a la playa del mismo nombre y que incluso alberga un pequeño zoológico con pavos reales dando exotismo a la estampa alpina. El palacete no fue casino hasta los años 80, lo que sirvió para darle un aire nuevo a un hotel que nació en 1913 con 333 habitaciones y un restaurante de estilo Luis XVI y salones Imperio. El lujo escenificado en competencia con la belleza del paisaje.
paseo de vuelta por el mismo camino nos permitirá unos minutos para comprobar cómo el color del agua del lago empieza a perder su intenso turquesa y empieza a pasar por todos los grados de azul, hasta oscurecerse. De nuevo, peligro de Síndrome de Stendhal.