Curiosidades: En busca de las tiendas de golosinas más famosas de Hollywood
Como los caramelos mágicos de Harry Potter o los chocolates de Willy Wonka.
ECONOMY CANDY
En el sexto episodio de la cuarta temporada de la serie Billions (que emite en España Movistar+), el que fuera imbatible fiscal de Nueva York Chuck Rhoades (Paul Giamatti), aspira a recuperar su sitio y acuerda una reunión clandestina con el poderoso juez Adam DeGiulio (Rob Morrow). El encuentro tiene lugar en Economy Candy (108 Rivington St.), la gigantesca tienda de caramelos más famosa de la ciudad.
Algo de lo más ingenioso, porque, ¿quién sospecharía que en un colorido e infantil local de golosinas se está fraguando una conspiración? Situada en el Lower East Side, Economy Candy es el paraíso de los amantes de las chuches. Lo tienen TODO y si no lo venden, aseguran, harán lo que sea por encontrarlo. Abierta en 1937, la tienda es un laberinto de estanterías, cajas y contenedores que llegan hasta el techo llenos de caprichos dulces y de rarezas para coleccionistas, como originales dispensadores de caramelos Pez, chocolates divertidos o marcas vintage difíciles de conseguir.
DYLAN’S CANDY BAR
Kimmy, la protagonista de la comedia creada por Tina Fey Unbreakable Kimmy Schmidt (que se puede ver en Netflix), es una joven tan ingenua –pasó la mayor parte de su vida secuestrada en un bunker–que cuando descubre en el primer episodio de la serie una enorme tienda de golosinas en Manhattan, su espíritu infantil se apodera de ella y se gasta todo lo que tiene en gominolas con forma de tiburón para la cena. El local no es otro que Dylan’s Candy Bar (1011 Third Ave., 60th St.), lugar de peregrinaje para aquellos que echan de menos la monumental tienda de juguetes F.A.O. Schwartz –sí, la que salía en Big, con Tom Hanks aporreando un piano con sus pies–, pues aquí, además de encontrar más de 7.000 caramelos organizados por colores, un gigantesco árbol trufado de piruletas y columnas de bastones de caramelos al más puro estilo Hansel y Gretel, el fan de lo azucarado se puede llevar a casa todo tipo de juguetes, peluches y accesorios relacionados con la fantástica fantasía. La franquicia Dylan’s Candy Bar fue creada en 2001 en Nueva York por Dylan Lauren, la hija del diseñador Ralph Lauren, y ha expandido sus acaramelados tentáculos por otras ciudades como Chicago, Los Ángeles y Miami.
HONEYDUKES
Ranas de chocolate, moscas de dulce de azúcar, las grageas Bertie Bott’s de sabores inimaginables (¡hasta de vómito!, argg)… A cualquier seguidor de la saga Harry Potter se le habrá hecho la boca agua al escuchar los nombres de estos mágicos dulces. La tienda de golosinas a la que acuden los estudiantes de Howgarts en la tercera entrega de la saga (El prisionero de Azkaban), creada en la ficción en 1641, inspira el diseño de Honeydukes, el fabuloso local situado dentro del parque de atracciones Universal Orlando de Florida dedicado al Mundo mágico de Harry Potter.
Desde 2010, los fans de los caramelos del pueblo de Hogsmeade, que también se venden en el tren expreso que lleva a Hogwarts, pueden hacerse fotos rodeados por los estantes verde menta o en la escalera de caracol rosa emulando el color del algodón de azúcar. Entre sus deliciosos hallazgos, lascalaveras de chocolate blanco, inspiradas en el Día de los Muertos, en homenaje a la herencia del mexicano Alfonso Cuarón, que dirigió la película en 2004.
SHANE CONFECTIONARY
El escritor Roald Dahl creó en 1964 a Willy Wonka, el amante de los chocolates al que dieron vida en el cine Gene Wilder en 1971 y Johnny Depp en 2005. En la ficción, este excéntrico personaje regalaba un viaje a su impenetrable fábrica de chocolate a aquellos niños que encontraran un boleto dorado en alguna de sus chocolatinas. En la vida real, Nestlé se encargó de fabricar las barritas Wonka, y son muchos los locales de medio mundo que las ofrecen. En EE UU, si hay un Willy Wonka de carne y hueso ése es Edward Shane, el impulsor de Shane Confectionery (110 Market St.), la primera tienda de dulces que abrió en EE UU, en Filadelfia allá por 1863.
En la actualidad, el local, que fue restaurado respetando la estética original,mantiene el mismo espíritu de antaño, con productos artesanales elaborados con recetas tradicionales, reinventando los chocolates como solo lo haría un Willy Wonka del siglo XXI. Por ejemplo, con sus bombones con caramelo ligeramente salados, o sus helados y cacaos a la taza, fríos o calientes, servidos en la primera planta.
ALICE’S SHOP
Una niña rubia persigue a un conejo blanco y cae por un agujero a un delirante mundo poblado de animales parlantes y una monarca con muy mal genio, la malvada Reina de Corazones. En 1865, Lewis Carroll escribió Alicia en el País de las Maravillas, novela de fantasía adaptada al cine en 2010 por Tim Burton. Su inspiración real fue Alice Liddell, hija del decano del Christ Church, uno de los colleges más grandes de la Universidad de Oxford, que solía comprar sus dulces favoritos en una tienda cercana.
Este coqueto local, que el escritor incluyó en la entrega A través del espejo, se conservó y en él abrió sus puertas Alice’s Shop (83 St. Aldate’s), una tienda de regalos, merchandising y souvenirs inspirados en el Sombrerero, la Oruga azul, el gato de Cheshire y otros legendarios personajes. El edificio no ha perdido su encanto original pues se ha respetado la construcción del siglo XV, que fue remodelada dos siglos después. Entrar por su puerta es acceder al mundo victoriano de aquella niña que inspiró uno de los más famosos cuentos. El mejor momento para hacerlo es el 7 de julio, que en Oxford no celebran San Fermín, si no el Día de Alicia, un festival anual imprescindible repleto de actividades gratuitas.