Playa, brisa y mar: Costa Rica entre volcanes y playas

Un recorrido por el país con más biodiversidad del mundo

 

iStock-1053958626. La fauna de Bruno

LA FAUNA DE BRUNO

Con esta panorámica da comienzo la ruta que recorre la espina dorsal de Costa Rica. A otros 40 minutos de San José, el Parque Nacional Braulio Carrillo es un santuario de bosques húmedos que abarca varios pisos térmicos y concentra una fauna de lo más diversa, desde monos hasta el esquivo jaguar. Un paseo en teleférico permite sobrevolar las copas de los árboles y observar de cerca algunas de las más de 500 especies de aves que habitan en el parque.

iStock-187756075. El crater de Poás

EL CRATER DE POÁS

Para llegar al parque del volcán Poás basta apenas una hora y media. El cráter, de 1,5 kilómetros de diámetro y 300 metros de profundidad, es uno de los más grandes y activos del mundo: su eterna chimenea humeante ampara fumarolas que borbotean barro y emiten vapores ácidos. El entorno adaptado permite alcanzar miradores y enclaves sin peligro, como la laguna de Botos, cuyas aguas pluviales ocupan un cráter inactivo.

 

La Fortuna se halla a otra hora y media de ruta, en las faldas del volcán Arenal. Durante mucho tiempo la perfecta forma cónica camufló su estirpe de dragón hasta que, en 1922, se coronó como el más vivo de los 112 volcanes del país. La mejor hora para contemplarlo es de noche, cuando los ríos de fuego que descienden por las laderas arden en la oscuridad. Para los habitantes de La Fortuna, sin embargo, el volcán es hoy una fuente de ingresos gracias a las rutas turísticas y a los establecimientos termales.

 

iStock-511787182. Orquídeas y pasarelas colgantes

ORQUÍDEAS Y PASARELAS COLGANTES

A casi cinco horas de allí se ubican los bosques nubosos de Monteverde. Ocultas bajo una densa capa de neblina, las enredaderas se adhieren a los troncos de los árboles mientras los colibríes revolotean entre quetzales de plumajes vívidos. A cada paso por las sendas o los puentes colgantes se descubre alguna de las 1.400 especies de orquídeas que se han contabilizado en Costa Rica.

 

iStock-1135592812. Espectacularidad pacífica

ESPECTACULARIDAD PACÍFICA

La reserva de Manuel Antonio está mucho más cerca de la capital, a 171 kilómetros. Su bahía alineada con palmeras y en forma de media luna es una invitación a tumbarse sobre las arenas blancas, a salir en barca para avistar delfines, o a sumergirse entre los arrecifes coralinos que proliferan a pocos metros de la orilla.

 

PURO CARIBE

Si se gira la brújula la costa del Caribe se presenta como un final de viaje inolvidable. La región permaneció a merced de piratas y contrabandistas hasta que, en el siglo XIX, la exportación de café y banano impulsó que el ferrocarril llegara a Limón. Su construcción con mano de obra jamaicana cambió el destino cultural de esta área. El calipso (fusión de reggae, salsa y son cubano) halló aquí tierra fértil para plantar sus raíces y la mixtura de razas e ingredientes inventó una gastronomía de las más creativas. Puerto Viejo de Talamanca, en la carretera sur, es el mejor lugar para saborear la «sopa rondón», preparada con leche de coco, mandioca, plátano verde, camarones y un toque de chile habanero picante.

 

iStock-1093249384. Tortuguero imprescindible

TORTUGUERO IMPRESCINDIBLE

Remontando la costa hacia el norte se alcanza el Parque Nacional Tortuguero, famoso porque a sus playas acuden a desovar cada año cientos de tortugas de diferentes especies, todo un reclamo para el turismo de naturaleza. Ya sea para apreciar este espectáculo o para navegar por sus canales bordeados de bosques repletos de monos, manatíes y perezosos, una estancia en Tortuguero se vuelve imprescindible.

 

iStock-450662657. ¡Pura vida!

¡PURA VIDA!

Viajar a Costa Rica es más que conocer un país: es catar las texturas de un territorio que siempre está naciendo, desde los brotes de su flora hasta los fulgurosos bramidos de sus volcanes. Un juego cíclico que queda plasmado en el saludo insignia de la cultura costarricense: ¡Pura Vida!

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