Chipre: El ultimo lugar descubierto del Mediterraneo
Tan diversa como tradicional, la isla de Afrodita atesora un legado cultural inigualable.
UNA CAPITAL CON MUCHA VIDA
Efervescente, rebelde y muy, pero que muy, diversa. Así es Nicosia, una de esas capitales que atrapa y hace que no se pueda dejar de explorar. Su casco antiguo, enmarcado por las murallas venecianas que se han convertido en un símbolo de la capital, recoge museos, iglesias y edificios medievales que consiguen preservar la atmósfera de tiempos pasados. Alrededor de los muros se erige una ciudad moderna con edificios cada vez más altos y aire cosmopolita. Dividida por una línea verde o buffer zone, Nicosia convive desde 1974 con un conflicto político que, lejos de resolverse, está presente en el día a día de los chipriotas. Tres puertas con un check point al estilo berlinés abren paso entre la zona de la República de Chipre, estado perteneciente a la Unión Europea, y la República Turca del Norte de Chipre, reconocida únicamente por Turquía. A diferencia del resto de Chipre, Nicosia cuenta con características propias de las grandes ciudades, donde los jóvenes y los movimientos sociales adoptan cada vez más fuerza frente a las imposiciones de la iglesia ortodoxa y los conflictos políticos.
AFRODITA, ‘MON AMOUR’
Para los amantes de la mitología griega, Chipre es su lugar. De la espuma de sus aguas afloró la diosa de la belleza y del amor después de que Cronos cortara los testículos a Urano y los lanzara al mar. La mitología griega sitúa el nacimiento de Afrodita en Petra tou Romiou, una recóndita playa del sur de Pafos que a día de hoy se ha convertido en uno de los principales enclaves turísticos. De hecho, los lugares relacionados con historias mitológicas forman parte de la ruta de Chipre, en la que Afrodita tiene un papel muy relevante. A escasos kilómetros de esta playa se encuentra el pueblo de Kouklia, donde están las ruinas del Templo de Afrodita, primera edificación dedicada a esta deidad construida sobre el año 1.500 a.C. Al norte de la zona de Pafos, en Akamas, se hallan los baños de Afrodita, una cascada y un lago natural en los que ya no es posible bañarse, pero si mojarse la cara para conseguir la belleza de la diosa griega.
PERFECTA PARA UN CHAPUZÓN (O MÁS)
Ir a Chipre en verano es sinónimo de horas bajo el sol y altas temperaturas, pero hay una forma de sobrellevarlo satisfactoriamente: bañarse en sus aguas turquesas. La isla goza de uno de los litorales más limpios, con aguas cálidas y transparentes que invitan a sumergirse, relajarse y tomarse un buen frappé frente al mar. A lo largo de la costa, la zona de Larnaca y Agia Napa concentran la mayor parte de turismo de playa tanto por su belleza natural como por el ocio y la vida nocturna que ofrecen. Al este de la localidad de Agia Napa, se encuentra uno de los destinos más mágicos de Chipre: el parque nacional de Cabo Greco. Sus impresionantes aguas y la rica variedad de flora hacen que Agia Napa sea el principal destino para veranear de los chipriotas, siendo además uno de los únicos lugares en los que se come pescado. Toda la isla goza de playas de ensueño, pero su variado paisaje natural no se acaba en sus aguas. Las zonas costeras son un espectáculo de cabos, acantilados y rocas que motean el litoral. Y hay para todos los gustos: arena fina en el sur, bahías rocosas en el norte, bosques fértiles en el este y acantilados escarpados en el oeste.
UNA SUIZA EN EL MEDITERRÁNEO
Menos conocidas pero con gran encanto, las montañas de Troodos se conocen como la ‘Suiza chipriota’ por el atractivo de sus pueblos y la belleza de su naturaleza. Recorrer el macizo de Troodos significa dejarse atrapar por la tranquilidad y perderse por monasterios bizantinos, viñedos y pequeños pueblos anclados al siglo pasado. A pesar de que la religión ortodoxa está presente en gran parte de la sociedad chipriota, es en Troodos donde cala más fuerte. Cada pueblo cuenta con iglesias y monasterios repletos de frescos y pinturas de época medieval, muchas de ellas reconocidas como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Situado al suroeste de la isla, la zona de Troodos es la única en el que es posible esquiar en invierno. Un contraste que sobrepasa las temperaturas, pues como suele ocurrir en las islas, el interior se manifiesta más real y arraigado que la agitación de la costa.
CHIPRE TAMBIÉN ES VERDE
Y no podían faltar los bosques. Entre Troodos, el bosque de Pafos y la península de Akamas, Chipre desvela una vegetación que complementa a la perfección el litoral. Por un lado, el pueblo de pescadores de Polis es la entrada perfecta a Akamas, donde uno puede acceder a los baños de Afrodita, caminar por los senderos y disfrutar de unas vistas impresionantes de bahías solitarias. Si se está en buena forma, aunque también se pueden alquilar tours en barco, uno puede llegar hasta la playa de Blue Lagoon, el regalo perfecto para completar un día en Akamas. Por otro lado, el bosque de Pafos es conocido por ser el hábitat de los muflones endémicos de Chipre y de una especie de cedro única en la isla.
ARQUEOLOGÍA POR UN TUBO
Chipre esconde una de las joyas más preciadas del Imperio Romano. Las ruinas de la ciudad de Kourion conservan importantes vestigios de su pasado helenístico, entre los que destacan el ágora romana, las casas de Aquiles, los Gladiadores y Eustolios y sus mosaicos, el santuario de Apolo, el estadio de atletismo y el teatro, en el que a día de hoy es posible escuchar música en directo frente al Mediterráneo. Otro de los principales parques arqueológicos es el de Pafos, formado por Kato Pafos, la ciudad sagrada de Afrodita y la necrópolis de la Tumba de los Reyes, y la villa de Koyklia, donde se hallan las ruinas del templo de Afrodita. Para hacerse una idea de la riqueza cultural de la isla, es imprescindible visitar el Museo de Chipre en Nicosia, uno de los más importantes a nivel arqueológico que permite hacer un recorrido por la historia de Chipre desde el neolítico hasta el periodo bizantino.
¡MEZZE PARA TODOS!
En Chipre se come mucho y muy bien. De hecho, la gastronomía es un motivo de peso para visitar la isla que, con influencia griega y toques del próximo oriente, desarrolla un papel fundamental en la vida de los chipriotas. En las tabernas y restaurantes es fácil encontrar el Mezze, una selección de aperitivos característica del este del mediterráneo. Se empieza con ensaladas, hummus, tahina, aceitunas y halloumi, el queso estrella de Chipre, para continuar con los platos de carne, entre los que destaca el souvlaki. Para acompañar, los vinos son la mejor opción. Se considera que en Chipre hay el vino más antiguo del mundo, el Commandaria, elaborado desde hace 5.000 años en la isla. Y para acabar, un fuerte café chipriota.