Europa: Fin de semana cultural en Budapest
Así luce la más carismática de las ciudades del valle del Danubio. Te lo contamos todo para que disfrutes de tu próximo viaje a la capital de Hungría.
A la capital de Hungría se suele llegar en avión. Sin embargo, los cruceros desde Viena o desde Bratislava, o incluso el viaje en tren desde Praga y a través de Eslovaquia, ofrecen una introducción más armónica al paisaje. Además, el viaje en barco o en ferrocarril ayuda a calibrar la importancia del Danubio en la historia de las generaciones y culturas que han germinado, luchado y convivido en sus orillas. El ensayo El Danubio, del triestino Claudio Magris, podría ser también un estupendo compañero de viaje.
El Danubio
Sus aguas son el nexo entre los barrios de Buda y Pest, los dos núcleos principales de la capital húngara. A la capital de Hungría se suele llegar en avión. Sin embargo, los cruceros desde Viena o desde Bratislava, o incluso el viaje en tren desde Praga y a través de Eslovaquia, ofrecen una introducción más armónica al paisaje. Además, el viaje en barco o en ferrocarril ayuda a calibrar la importancia del Danubio
Basílica de san Esteban
El mayor templo de la capital es un popular lugar de encuentro gracias a sus conciertos de música clásica. El mirador situado en la cúpula ofrece una magnífica vista de la ciudad.
Café New York
Forma parte de la historia y la vida literaria del país. Conserva la decoración del siglo XIX: lámparas y esculturas de bronce, columnas y frescos de artistas famosos. Otros cafés como el Alexandra, con su estilo art nouveau y su librería, y el veterano Astoria también lucen sus mejores galas en la actualidad.
Músicos frente al mercado Szimpla, en la calle Kazinczy
Al húngaro le gusta especialmente disfrutar de la música al aire libre, como demuestra durante los ciclos de conciertos que organiza la ciudad a lo largo del año. Los festivales musicales se suceden en las tres estaciones del año en que el Danubio se desembaraza de su costra de hielo invernal y sus aguas vuelven a fluir con brío entre Buda y Pest.
Puente de las cadenas
Hasta su inauguración en 1849, tras 20 años de obras, para ir de Buda a Pest había que cruzar el Danubio en barco. Su nombre oficial es puente Széchenyi, en referencia al aristócrata que impulsó tanto su creación como el gran florecimiento urbanístico de la ciudad a finales del siglo XIX.
Hotel Gellért
No es casualidad que Budapest sea la capital balnearia de Europa, pues está asentada sobre una extensa red subterránea de grutas y fuentes de aguas termales. La civilización romana ya supo aprovechar ese regalo del subsuelo, como atestiguan los yacimientos arqueológicos de Aquincum, la plaza Flórián en Óbuda o Rómaifürdő, junto a la senda de ribera del Danubio. Muchos siglos después, los invasores otomanos refinaron la técnica hasta llevarla a su máxima expresión. Al sur, junto al puente de la Libertad, el hotel Gellért alberga piscinas interiores entre suntuosas columnas modernistas. Y en Pest, frente al parque Városliget, se encuentra el complejo neobarroco del balneario Széchenyi, otra de las clásicas postales en cualquier guía turística de la ciudad, con sus enormes piscinas termales al aire libre, incluso en invierno, abiertas al cielo gélido mientras los bañistas y jugadores de ajedrez se relajan entre sus vapores.
De baños romanos a turcos y modernistas
Por la orilla de Buda se suceden varios baños turcos que en algunos casos conservan sus cúpulas originales del siglo XVI. Son dignos de admirar, aun si no se toman las aguas, por su sobriedad y la atmósfera que se crea según la hora del día, gracias a los tragaluces de colores de la bóveda. Los baños Rác y los Rudas, con su bañera exterior sobre el río, son los más conocidos. Los Király guardan cierto carácter vetusto y popular de la era socialista. Y, cerca de las piscinas Lukács, menos concurridas pero muy recomendables, los baños Veli Bej aúnan tradición y modernidad.
El Parlamento, símbolo de la historia de Hungría
El inmenso edificio neogótico del Parlamento –en húngaro, Országház o «la casa del país»–, inaugurado en 1904, fue construido para conmemorar el milenio de la llegada de las tribus magiares desde los Urales y la unificación de los 39 condados por parte de san Esteban, primer rey de Hungría. La mezcla de nostalgia y épica impregna todo el conjunto, desde su arquitectura grandilocuente hasta sus esculturas y tesoros. Entre los elementos que más impresionan destaca la gigantesca cúpula vista desde el interior y, en torno a ella, las estatuas de los reyes de Hungría. Una vitrina expone la corona de Esteban I, la que recibió del papa Silvestre II y con la que fue proclamado Rey Apostólico el día de Navidad del año 1000.
La Ópera estatal
El emperador Francisco José financió este teatro lírico a finales del siglo XIX. Su historia está repleta de curiosidades, como el estreno de dos óperas de Puccini o que Gustav Mahler fue su director.
Vajdahunyad
Construido en madera para la Expo de 1896, unos años después se edificó en piedra. Se halla en el Parque Municipal o Városliget.