Asia: Japón bajo el agua
Explora la sorprendente diversidad marina en las aguas que rodean Japón a través de la mirada del fotógrafo Brian Skerry
Las corrientes oceánicas, que bañan las costas japonesas con aguas que van de -1 a 30 ºC, son esenciales para la diversidad marina y son la causa de que el país ostente dos récords mundiales: la poderosa Kuroshio transporta agua cálida hacia el norte, lo que hace posible que los arrecifes coralinos prosperen donde en condiciones normales no existirían; y la corriente oriental de Sajalín lleva agua fría a Japón, lo que contribuye a que la península de Shiretoko sea el punto más meridional donde el mar se congela en invierno.
Además de controlar la temperatura del agua, estas corrientes transportan vida marina desde puntos distantes. La volcánica costa de Japón se caracteriza por la abundancia de calas y bahías, explica Robert van Woesik, profesor del Instituto de Tecnología de Florida. En las islas rodeadas por arrecifes coralinos, las lagunas «funcionan como guantes de béisbol, donde quedan atrapadas las larvas de corales y de peces».
Pez Murciélago Teira
En busca de plancton, un cardumen de peces murciélago teira patrulla cerca de la superficie frente a las islas Bonin, un archipiélago subtropical de Japón. El mar adquiere un color turquesa a última hora de la tarde, cuando los rayos rojos del sol poniente se dispersan y debilitan.
Trabajo de campo
El ayudante del fotógrafo se agarra a un fragmento de la capa de hielo que en invierno cubre el mar que rodea la península de Shiretoko y puede alcanzar hasta 7,50 metros de grosor. Hace diez años el mar estaba congelado unos 90 días al año; en la actualidad el promedio es de 65 días.
Gobio pigmeo amarillo
Frente a la península de Izu, un gobio pigmeo amarillo se asoma a la ventana de su casa, una lata de refresco, testimonio de los 127 millones de personas que viven junto al mar.
Una amiga resbaladiza
Una morena se desliza entre las ramas de un coral blando en las cálidas aguas de la bahía de Suruga, situada a 115 kilómetros al sudoeste de Tokyo. Honda y estrecha, la bahía alcanza más de 2.400 metros de profundidad.
Casi camuflado
De no ser por sus ojos negros y redondos, este diminuto pez llamado gobio pasaría desapercibido en el tronco de un coral blando que habita en las aguas templadas de la península de Izu.
Cangrejo ermitaño
En un arrecife coralino de las islas Bonin, la madriguera abandonada de un gusano sirve de hogar para un cangrejo ermitaño. A diferencia de sus parientes móviles que recorren el arrecife en busca de comida, el ermitaño se mantiene en su guarida y atrapa plancton con sus antenas plumosas.
Ángel de mar
Esta criatura translúcida, apodada ángel de mar, es un caracol cuyo pie se ha transformado en un par de alas natatorias. De unos 2,5 centímetros de longitud, es un alimento importante para las ballenas y peces que viven en las gélidas aguas de la costa norte de Japón.
Centollo de Alaska
Bajo el hielo, las espinas de un centollo de Alaska del tamaño de una moneda se encuentran con las púas de una erizada estrella de mar, al pasar por encima de ésta. Dentro de doce años, el crustáceo será tan grande como una rueda de tractor.
Látigo de mar
En la bahía de Suruga, una ramificación de un tipo de coral llamado de látigo de mar proporciona un lugar donde vivir a dos camarones, camuflados entre los pólipos. En fila india, el macho, más pequeño, marcha por delante de la hembra.
Tiburón toro
Esta hembra de tiburón toro, fotografiada frente a las islas Bonin, pronto dará a luz. Durante los nueve meses de gestación, las dos crías de mayor tamaño se habrán comido a sus hermanos para sobrevivir, una modalidad de canibalismo intrauterino única de esta especie.
Pez furtivo barbudo
En las aguas someras de Hokkaido, un pez furtivo barbudo se arrastra por la reluciente arena volcánica del fondo, ayudándose con las aletas pectorales. Sólo las hembras de esta especie de agua fría presentan esta distintiva «nariz de Pinocho».
Pez lagarto
Un pez lagarto captura un bocado en el fondo arenoso de la bahía de Suruga, donde las aguas son templadas. La boca y la lengua de este pez están repletas de dientes pequeños y afilados, que impiden que sus presas se escapen.