Nueva Zelanda: La isla Waiheke, quiere que en 2030 solo rueden coches eléctricos por su idílicas carreteras

Una isla residencial de coches eléctricos. La paradisíaca isla Waiheke, ubicada en el golfo de Hauraki y a 35 minutos de viaje por ferry hasta Auckland, en Nueva Zelanda, quiere enterrar para 2030 los vehículos impulsados por combustibles fósiles. El grupo ‘Electric Island Waiheke’ ha puesto en marcha un plan para transformar este idílico trozo de tierra en la primera isla residencial del mundo únicamente para vehículos eléctricos.

En una pequeña isla, poca ansiedad por la autonomía

Según informa la prensa local, el objetivo es conseguir la transición de la isla a energía eléctrica limpia y barata para todos los vehículos para 2030, y lo cierto es que las características de la isla la hacen perfecta para los coches eléctricos.

Mide 19,3 km de largo, de este a oeste, variando su ancho entre 0,64 km hasta 9,65 km y su superficie total es de 92 km². Su limitada red de carreteras y las cortas distancias hacen de este lugar el entorno ideal para no preocuparse por la autonomía del vehículo. «En Waiheke, el camino se agota antes de que lo haga tu batería», dice el portavoz de la plataforma ‘Electric Island Waiheke’, Vern Whitehead.

Actualmente, solo el 1 % del parque automovilístico de Waiheke -con 8.300 residentes- corresponde a coches eléctricos, o alrededor de 80 eléctricos entre 7.000 vehículos, autobuses y camiones que ruedan por la isla. Pero el alto precio del combustible es un factor a favor para conseguir dejar de lado el petróleo.

Para conseguir alcanzar su objetivo de aumentar el número de eléctricos a 64.000, este grupo de presión aboga por el mercado de segunda mano, que cree que se disparará para 2030: «De los 635 eléctricos nuevos o usados ​​registrados por primera vez en Nueva Zelanda el mes pasado, un asombroso 450 (o más del 70 %) fueron Nissan LEAF importados de Japón o el Reino Unido», explica Whitehead.

Lo cierto es que esta isla no la única que quiere dejar de depender de los combustibles fósiles. El Caribe está aprovechando la abundancia de luz solar que reciben sus tierras -alrededor de 220 días de sol al año- para dar el salto a la revolución eléctrica a través de paneles solares.

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