India: La perfecta armonía del Kalachakra
Cada año, durante los primeros días de enero, se celebra en Bodhgaya un gran ritual del budismo tibetano
Bodhgaya, el lugar de la India donde Buda alcanzó la iluminación, acoge templos de Sri Lanka, Nepal, Sikkim, Bután, Tíbet, Birmania, Tailandia, China y Japón. Y el Dálai Lama ha elegido ese enclave para celebrar el próximo Kalachakra, una ceremonia esencial del budismo tibetano.
El ritual empieza solicitando permiso a los espíritus locales para utilizar su casa. Como son reacios, los monjes los calman realizando la Danza de la Tierra. A continuación una cuerda sumergida en agua con polvo de tiza permite trazar las líneas del mandala, proceso que lleva dos días. Trabajando sin pausa seis jornadas más y mediante el chakpu, un estilizado embudo, los monjes rellenan con arena coloreada el intrincado dibujo.
El centro del mandala muestra a la divinidad de Kalachakra unido a su consorte, encarnando la compasión y la sabiduría. Las múltiples cámaras del laberíntico palacio cuadrado son las sucesivas pruebas del camino a la liberación.
Durante cuatro días, miles de personas desfilarán ante el mandala, sea para recibir sus bendiciones o realizar votos. Luego el Dálai Lama pedirá a las 722 deidades invitadas que retornen a sus moradas. Cepillará la arena hacia el centro y esta se pondrá en una vasija y se verterá en un río, a fin de que la perfecta paz del Kalachakra fluya hacia el mundo cotidiano.
Construyendo el mandala
El mandala de arena que están preparando estos monjes budistas es un ritual espiritual y simbólico que representa el universo Budista. En segundo plano, el líder espiritual Dalai Lama observa el proceso que en 2014 se llevó a cabo cerca de Leh, en India. Cientos de devotos budistas se desplazaron a la región de Ladakh para presenciar la ceremonia del Kalachakra o rueda del tiempo budista.
Meditación através del arte
Se trata del ritual más importante para la rama del llamado Budismo tibetano o Vajrayana que se realiza cada año, un acto de meditación expresado de forma artística para cada uno de los peregrinos que lo presencian.
Precisión y esmero
Con grandes dosis de precisión y paciencia, los monjes pasan largas horas preparando el mandala de arena, cuyas líneas deben guiar al los creyentes en su camino hacia la iluminación. Budistas de todas las partes del mundo acuden al lugar escogido durante los casi 10 días que dura la ceremonia.
La lección del ciclo del tiempo
Cuando la ceremonia se acerca a su final, el último paso es deshacer el mandala. El hecho de destruir aquello por lo que llevan días trabajando simboliza el desapego de las cosas materiales y su efímera duración en el ciclo del tiempo.