Hoteles: No hay nada más cálido que un hotel con chimenea
En invierno, una tendencia gobierna sin oposición entre los huéspedes más ‘disfrutones’ a la hora de catalogar un hotel: lo espectaculares que sean sus chimeneas. Viva el frío
LA CASA DE LOS TOMILLARES (CANDELEDA, ÁVILA)
Este coqueto hotel de aires provenzales promete, y cumple, una estancia cálida y relajada enmarcada por la bucólica sierra de Gredos, un espacio más de moda que nunca. Enfocado en un estilo country chic, aquí las prisas hay que dejarlas en la puerta y venir preparado para lo que está pensada la casa: relajarse y disfrutar. Dispone de ocho habitaciones decoradas cada una de forma diferente con muebles antiguos de inspiración francesa donde todo, y esto no es una frase hecha, se ha cuidado hasta el último detalle. Si no fuera así, no se hubiera logrado un espacio casi mágico en este medio rural, con un ambiente de paz y calidez a los pies del vigilante pico Almanzor, el más alto de la Sierra de Gredos, al fondo. Una imagen de postal que complica la vuelta a la realidad de su huésped. Aunque, ¿es que alguien quiere hacerlo?
LA VELLA FARGA (LLADURS, LLEIDA)
En un lugar donde el silencio es el sonido por naturaleza, se encuentra esta masía reconvertida en un hotel de lujo. Sábanas de algodón egipcio, obras de arte y cocina local forman este establecimiento donde escaparse para disfrutar de una estancia única, bien sea sumergidos en cualquiera de sus enormes bañeras o frente a las chimeneas de cada una de las habitaciones. De eso se encargan sus dueños quienes, dedicados en cuerpo y alma al hotel, y con una inmensa pasión por el interiorismo y las antigüedades, han conseguido lograr la armonía perfecta entre decoración, historia y hotelería. Es difícil mencionar solo un par de los atractivos de este hotel perdido en las inmediaciones de Solsona, pero un antiguo armario de 1784, una bañera de mármol de 1.900 o un retablo barroco como cabecero de una de las suites, tienen claros puntos para ser ganadores. La Vella Farga no es un hotel cualquiera, es el resultado de una pasión, y de mucho poderío, que disfrutar frente a una chimenea privada en mitad de la más absoluta nada. Y eso es mucho.
HOTEL CONSOLACIÓN (MONROYO, MATARRAÑA, TERUEL)
Pocos hoteles en el mundo han sabido captar mejor la esencia de romanticismo extremo que este moderno establecimiento ubicado en pleno Matarraña donde las habitaciones han sido sustituidas por cubos y las paredes por enormes cristaleras. Y es dentro de esas cristaleras donde se encierra su verdadero atractivo: una enorme bañera de pizarra y una chimenea ubicada a los pies de la cama que el propio cliente puede ir alimentando. Un espacio tan personal y tan privado del que no apetece salir a pesar de los enormes atractivos de la zona o del resto del establecimiento, que cuenta con hasta una capilla o un magnífico restaurante de cocina local. Aleluya.
ABADÍA RETUERTA LE DOMAINE (SARDÓN DE DUERO, VALLADOLID)
Un viaje hasta una antigua abadía románica del siglo XII ubicada en la Ribera del Duero y custodiada por las más de 700 hectáreas de los magníficos viñedos de las bodegas Abadía Retuerta. Así es Le Domaine, un espléndido hotel de lujo de los que no acumulan estrellas sino experiencias. Todo comenzó con la bodega y, años después, tras una firme apuesta por la sostenibilidad y el cuidado del medio ambiente, continuó con la apertura del hotel. Y aquí llegó la gloria definitiva que ha catapultado a este complejo del lujo y el buen hacer hasta el olimpo de los mejores lugares del mundo donde dormir, comer y relajarse, ya que el complejo cuenta, también, con un spa. Y chimenea, por supuesto.
FINCA CORTESIN (CASARES, MÁLAGA)
A medio camino entre Marbella y Sotogrande, Finca Cortesin es uno de esos refugios cosmopolitas a mitad del campo donde se plasma a la perfección el savoir faire andaluz, combinando el lujo más refinado con una hospitalidad reconocida en medio mundo. Fueron los reputados arquitectos Roger Torras e Ignacio Serra los encargados de diseñar este hotel de lujo donde comer, descansar y, sobre todo, soñar. El resultado salta a la vista: una apuesta por la arquitectura tradicional andaluza con matices de actualidad. Sus 67 suites con vistas a los exuberantes jardines, que fueron encomendados al célebre paisajista Gerald Huhgan, hacen el resto. Pero aún falta lo mejor: su cocina. El Jardín de Lutz, Don Giovanni y Kabuki Raw (una estrella Michelin) son sus tres exponentes gastronómicos que brillan con luz propia bajo un denominador común: la calidad del producto. Con cocina española, italiana y japonesa respectivamente, los tres prometen —y cumplen— una experiencia gastronómica sin igual y un servicio esmerado.