El impacto de Canadá
Las ciudades canadienses son majestuosas y de larga tradición, donde se da una armónica combinación arquitectónica producto del auge y desarrollo de la vida moderna. Inmensos rascacielos contrastan urbanísticamente con construcciones antiguas, palacios, castillos y mansiones elegantes, en un ambiente atractivo para cualquier viajero del mundo. Por ser un país tan inmenso y variado, de casi diez millones de kilómetros cuadrados, las posibilidades de disfrutar de su desarrollo turístico son incalculables. Hay que tener en cuenta el clima. En el crudo invierno los fríos son fuertes y no permiten salir de paseo. En veranos intensos, el calor exagerado causa la misma limitación.
El viaje ideal es en épocas de clima moderado y agradable como el otoño, época del año donde todo es más barato. El turista debe escoger el destino que más se adapte a sus necesidades y al idioma que maneje, inglés o francés, pues en Canadá ambos son oficiales. Excelentes hoteles y restaurantes, tiendas y almacenes de inmejorable calidad, una agitada y copiosa vida nocturna. Existen escenarios para esquiar, los más importantes museos y centros de cultura, asistir a festivales de música, teatro y artes plásticas. El país es rico en planes de playa, gastronómicos y de aventura, como es el caso de un paseo a las Cataratas del Niágara y al bello lago Louise En grandes ciudades como Montreal, Otawa, Quebec o Toronto, el entretenimiento se vincula a actividades deportivas como el golf, allá es una obsesión y sólo en Ontario existen hay más de 800 campos profesionales. Uno de los más bellos del mundo se ubica en el hotel Fairmont Jasper, en Alberta.