“Las nuevas bodegas apuestan por la elaboración tradicional y artesanal”

Entrevista a Rafael Blanco Fernández

Presidente de la Denominación de Origen Vinos de León en España

Es el primer presidente que ocupa el cargo de forma externa, elegido por unanimidad de los representantes del Consejo Regulador de Denominación de Origen Vinos de León. Dentro de su carrera como periodista, es conocido por las publicaciones sobre el vino y la actividad vitivinícola en la zona. Ha participado como catador en varios concursos nacionales e internacionales y es un gran impulsor de la variedad autóctona Prieto Picudo con rosados y tintos, además de la uva Albarín en los vinos blancos singulares y exclusivos de alta calidad.

Los vinos de la Denominación de Origen de León vienen recibiendo en los últimos meses importantes premios ¿Qué significado tiene para usted y por qué razón considera que le son concedidos?

-Es cierto que en los últimos años hemos encadenado una secuencia de importantes reconocimientos en concursos vinícolas nacionales e internacionales, que tradicionalmente eran para nuestros rosados, que suponen el 70% de nuestra producción, pero que posteriormente se extendieron a los blancos de la variedad Albarín y últimamente también a los tintos de Prieto Picudo, pero a que no tenemos una larga tradición elaboradora en ese tipo de vinos, para que sin embargo nuestra uva de referencia presenta unas cualidades organolépticas excepcionales por su versatilidad y su magnífica aptitud para afrontar largas crianzas.

¿Qué requisitos son fundamentales para que los vinos tengan Denominación de Origen en España y cómo se mantiene en el mercado vitivinícola?

-La más alta calidad elaboradora es sin duda el primero de esos requisitos, avalada además por estrictas garantías en cuanto al control sobre la variedad, el origen y los procesos que se imponen por imperativo normativo frente a la laxitud de otras certificaciones de rango inferior como el vino de mesa o el de la Tierra de Castilla y León. Aunque esta última mención genera confusión, especialmente en lo que afecta a los vinos de la DO León, el consumidor va entendiendo en mayor medida cuáles son las diferencias y su valor. En ese sentido, desde el Consejo Regulador hemos venido insistiendo en un mensaje continuado que viene a decir que un vino sólo es de León si es de la Denominación de Origen León, que garantiza el origen, la variedad y la calidad.

¿Cuál es la finalidad que representa la Denominación de Origen León de cara a los consumidores de vinos?

-Siempre hemos orientado nuestra labor hacia los dos objetivos básicos que dan sentido a una denominación de origen: el control exhaustivo de esa calidad y de la trazabilidad del producto por un lado y, por otro, la protección, promoción y prestigio de la marca León y, por tanto, de las elaboraciones de las cuarenta bodegas que ampara el Consejo Regulador en el sur de nuestra provincia y el norte de la de Valladolid.

La Denominación de Origen León distingue a los vinos por zonas de producción. ¿En este sentido qué puede significar para los vinos de León?

-La DO León, que acaba de cumplir quince años, nació de la asociación de viticultores y elaboradores de tres subzonas de producción: el entorno de Valdevimbre, Los Oteros y la ribera del Cea. Existe por tanto una diversidad territorial evidente sobre esos 3.317 kilómetros cuadrados de nuestro territorio –la más extensa de Castilla y León en ese sentido-, que lo es menos en cuanto a la implantación varietal, con algunas peculiaridades, pero con la Albarín y la Prieto Picudo como referencias sobre la Verdejo y la Godello en el caso de las blancas y la Mencía en el de las tintas. Esa diversidad territorial y varietal es un valor importante.

¿Se plantean retos los operadores del sector para la promoción de los vinos de denominación de origen?

-Aunque el peso de la promoción la lleva el Consejo Regulador, es evidente que las bodegas tienen una importante labor que desarrollar en ese campo. Y de hecho así ocurre sobre todo en las que tienen mayor disponibilidad de recursos financieros, humanos y técnicos, Pero la mayoría de nuestras bodegas, muy enraizadas en la tradición, son de carácter familiar e incluso de segunda ocupación, vinculada a la agricultura. Por tanto, ahí debe jugar un papel importante la DO León.

¿Están consideradas las denominaciones de origen españolas en las ferias nacionales e internacionales? ¿En qué lugar se puede poner?

-España, junto con Francia e Italia, es una primerísima referencia vinícola mundial. Lo son sus denominaciones de origen por la altísima calidad de los vinos y también por la riqueza que aporta la diversidad en todos los sentidos. Y también por el volumen de producción. Pero sobre todo somos imbatibles en la relación calidad-precio. Y eso está teniendo una importancia creciente en los grandes mercados internacionales.

¿Cómo se aprecia el valor de los vinos de denominación de origen para los jóvenes que empiezan a consumir vinos?

-Afortunadamente los nuevos consumidores están cada vez mejor informados sobre las garantías de los vinos con esa certificación. En ese sentido, los jóvenes, que tienen un acceso más ágil e inmediato a la información a través de los nuevos medios, constituyen la población diana para el sector que tiene que centrar su atención y su objetivo en ese estrato poblacional, sin olvidar el consumidor tradicional, con mayor disponibilidad económica. En ese sentido es necesario que todos asumamos que debemos hacer vinos para todos los públicos, todas las disponibilidades y todos los gustos. Y ahí sí que hay un largo camino por abrir que no podemos permitirnos que se nos siga estrechando.

¿En qué medida ha cambiado en los últimos años la producción de vinos para introducir nuevas marcas con el sello de denominación de origen?

-No sólo nuevas marcas, sino nuevos criterios de elaboración y nuevas formas de interpretar el vino en función de los gustos cambiantes del consumidor. Frente a las denominaciones históricas y grandes elaboradores dentro de ellas, surgen otras como la nuestra que traen aire fresco al mercado. Pero sobre todo es importante la labor de pequeñas bodegas que, en ese nuevo escenario, apuestan por la elaboración tradicional y artesanal frente a la industrial, con pequeñas producciones muy cuidadas en todos los detalles, incluida la presentación. El nuevo mercado mira con atención en esa dirección y la comunicación a través de las redes sociales juega un papel importante para un nuevo consumidor inquieto, informado, incluso atrevido y siempre abierto a nuevas experiencias.

¿Hace falta algo nuevo para mejorar la garantía de calidad de los vinos de denominación de origen en España que permita un mejor conocimiento de la marca?

-Lo que sobre todo hace falta es acabar con el estigma que condena al vino equiparándolo, intencionada y maliciosamente, a los destilados y las bebidas alcohólicas de alta graduación. Y eso se ha intentado desde la autoridad europea y de manera todavía más irresponsable desde algunos sectores de la política española. Consumido en su justa medida, es siempre saludable, enormemente placentero y de un gran valor cultural. Y no hay nada, ninguna otra bebida, que socialice más que el vino.

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