La isla canaria más verde invita a disfrutar del turismo rural y de la naturaleza mediante su gran red de caminos
Dos bastiones montañosos configuran el territorio de La Palma. En el norte, el circo de cumbres de la Caldera de Taburiente se encarama hasta más de 2400 metros con el mar a escasa distancia y los observatorios astronómicos del Roque de los Muchachos coronando su privilegiada cresta. Mientras en la parte sur, los jóvenes cráteres del Parque Natural de la Cumbre Vieja (1949 m) jalonan una rampa que se prolonga hasta el mar en el vértice sur de la isla.
En 1493 los aborígenes palmeros resistieron hasta la muerte el asedio de las tropas de Alonso Fernández de Lugo dentro de la Caldera de Taburiente. Hoy, un bello sendero desciende desde el Mirador de los Brecitos hasta la zona de acampada en el corazón de la caldera, entre pinares y cascadas, y la abandona por el Barranco de las Angustias. La excursión invita a bañarse en las tentadoras aguas del único río de Canarias, que luego riega las plataneras de Los Llanos de Aridane, principal fuente de subsistencia de la isla desde su introducción en 1878.
Para asomarse al abismo de la Caldera de Taburiente nada como el Mirador de la Cumbrecita, próximo a El Paso, que acoge el centro de visitantes del parque.
La carretera zigzaguea entre las pequeñas poblaciones de la costa norte, desde Tijarafe, al oeste, hasta Puntallana, al este y ya próxima a Santa Cruz. En estas localidades se constata que el mar arrebatadoramente azul de La Palma no suele presentar un acceso fácil. Caminos o pistas sinuosas bajan a su encuentro por empinadas laderas, y es habitual bañarse en calas protegidas por pequeños diques merced a escaleras engarzadas en la piedra. Uno de esos enclaves es Prois de Candelaria. En esta gran oquedad con un pozo de agua salobre los habitantes de Tijarafe han construido modestas casitas de veraneo junto a una hornacina en la que se venera a la Virgen del Carmen.
Si se quiere admirar la diversidad vegetal de La Palma en todo su esplendor nada como pasear por Los Tilos y el Cubo de la Galga, donde la humedad de los alisios se exprime al máximo en el bosque de laurisilva. Viñátigos, laureles, mocanes e incontables especies de helechos tapizan la tierra de verdor.
Dragos canarios
En Las Tricias (municipio de Garafía) se da la mayor concentración de dragos centenarios de la isla de La Palma.
La Casa Salazar
Construida en el siglo XVII en Santa Cruz de La Palma, es un magnífico ejemplo de la arquitectura canaria. El basalto o la toba volcánica forman la estructura del edificio, cuyas ventanas, galerías y artesonados se embellecen con tea, la médula del tronco del pino canario. La casa perteneció a Ventura de Salazar, regidor del Concejo Palmero. Hoy acoge el centro cultural de la isla.
La Palma, Reserva de la Biosfera
En la exuberante área natural de Los Tilos, las rutas discurren siguiendo el cauce del agua, entre tilos, laureles y grandes helechos. Toda la isla está declarada Reserva de la Biosfera.
Tajinaste
Esta planta endémica y amenazada de Canarias crece por encima de las nubes que crean los alisios. Tarda entre 3 y 5 años en florecer y muere tras dar fruto.
Prois de Candelaria – La Palma
Este es uno de los lugares predilectos de veraneo para los aldeanos de Tijarafe. Las puestas de sol en la cala resultan espectaculares.
Caldera de Taburiente – La Palma
Su profundidad oscila entre 1500 y 1800 metros. El peso de la lava abrió el cauce por donde hoy mana el único río permanente de las Canarias.