Las piedras cuentan la historia de Villa de Leyva

Ir por la plaza principal de Villa de Leyva es transitar ese suelo empredrado por el que soldados y generales en sus caballos marcharon durante la conquista española y la guerra de Independencia de Colombia.

Piedras pulidas por los pasos de botas, alpargatas y herraduras que abarcan una extensión de 14.000 metros cuadrados, la más grande en su estilo en el país y uno de los atractivos turísticos más representativos de un municipio que con 444 años tiene mucho para mostrar.

De todo para todos

Villa de Leyva suena a carranga. Su banda sonora en la mañana es el punteo del tiple y el requinto que se escucha en las tiendas aledañas a la plaza principal, esa música carranguera boyacense que despierta los sentidos del forastero y que lo acompaña en el recorrido por sus calles, difíciles de transitar para el turista que no está acostumbrado a moverse entre las piedras.

Música de este municipio fundado el 12 de julio de 1572, aunque ahora y de la mano de su crecimiento turístico, le acompañan la salsa, el merengue y el vallenato que salen de bares y discotecas, así como los sonidos internacionales que se oyen en los restaurantes italianos, franceses o peruanos que tienen asiento allí.

Su arquitectura colonial es otro de los atractivos de Villa de Leyva, que va de la mano de sus espacios sociales, que adoptan ese estilo.

Bares pequeños, restaurantes tradicionales y chocolate, mucho chocolate artesanal que recuerda lo familiar, un calor de hogar que no se pierde a pesar de que el municipio se convirtió en una atracción tanto para colombianos como para extranjeros que se ven por sus calles cargando grandes morrales.

Luego de caminar por la plaza y a tan solo una cuadra de la misma se encuentra el Monasterio de las Carmelitas Descalzas. Allí es posible entrar al Museo del Carmen ubicado en toda la esquina, uno de los muchos que hay tanto de la cultura prehispánica y colonial como prehistórica: El Museo Paleontológico, la Casa Museo Antonio Nariño (con entrada gratuita) y el Museo El Fósil son algunos de ellos.

Un plan que puede incluirse este puente festivo.

A comer

Si no es de los que gusta visitar museos, puede comerse un helado o un chocolate de Frida Cacao y sentarse en el parque Antonio Nariño (a una cuadra del principal) a relajarse, hablar o solamente ver pasar el día. Otros chocolateros como el Museo del Chocolate o Chocolatte Villa de Leyva, este último atendido por su propietario, le sabrán ayudar a elegir el que más le guste: desde sabor a limón, pasando por la naranja, hasta el café.

La pizza que se cocina en este pueblo boyacense es famosa. El restaurante Artesa que combina la comida italiana con la peruana es una buena opción para quien guste de la gastronomía de los dos países.

Si lo que quiere es algo más tradicional, puede almorzar o cenar en el Mercado Municipal, restaurante que desde 2008 aprovecha una gran casona colonial para servir platos en su patio central y sus corredores.

Pruebe allí la barbacoa de cerdo, acompañada de envueltos de cuajada y papa criolla o una de sus opciones vegetarianas: risotto de cebada con vegetales, salsa fresca de tomates leyvanos y tofu local ahumado. ¿Y de tomar? Jugo de gulupa, fruta que se cultiva en Cundinamarca.

Aventura

Para quienes gustan de la aventura y el ecoturismo, este municipio patrimonio de Colombia ofrece viajes al desierto que se pueden hacer en cuatrimotos o conocer lugares como los pozos azules, estanques que por las sales minerales en el agua se tornan de color azul. Igualmente, es posible visitar la granja de avestruces, conocer de su historia y crianza y también interactuar con los búfalos, entre otras atracciones para niños y adultos.

Villa de Leyva es un municipio que ofrece actividades, comidas, música y cultura. Ir solo un día y una noche no será suficiente. Mejor sin afán para conocerla despacio.

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