Grandes Reportajes: Darjeeling, un tesoro en el noreste de la India
Muy próximo a Nepal, Bután y el Tíbet, el pequeño distrito indio de Darjeeling se encarama por brumosas montañas que se inclinan ante el Kanchenjunga, el tercer pico más elevado de la Tierra.
Cuando el sol sale en Darjeeling, al norte brilla el diamante del Kanchenjunga, el más robusto de los ochomiles que pueblan el Himalaya. Los rayos se reflejan en el blanco de la nieve e iluminan las esmeraldas laderas de una ciudad entregada al cultivo de una de las hojas aromáticas más apreciadas del mundo: el té.
Darjeeling se desparrama por un risco. Al llegar, desde lejos, la ciudad parece un ordenado graderío deportivo, donde casas que retrotraen a los tiempos de la colonia británica lucen una nostálgica decadencia. Sin un centro urbano propiamente dicho, el viajero se ve obligado a subir y bajar cuestas de inclinación exagerada para ir descubriendo este rincón de Bengala Occidental, que en poco más de cien años pasó de simple monasterio solitario a una de las estaciones de montaña más afamadas de la India y cuna del té con más renombre.
Kanchenjunga, la tercera montaña más alta del mundo
La palabra tibetana Kanchenjunga significa los 5 grandes tesoros de las nieves: el oro, la plata, las gemas, el tsampa (harina de cebada) y los libros sagrados.
Un jardín productivo
Laderas enteras están tapizadas con los setos de los arbustos del té. Las mujeres arrancan las hojas nuevas con un preciso tirón, sin afectar al vigor del arbusto.
El monasterio de Ghoom
En Ghoom, un barrio a 8 kilómetros de Darjeeling, el monasterio Yiga Choling acoge medio centenar de monjes budistas de la escuela gelugpa (la de los gorros amarillos, la misma que el Dalái Lama). Destaca la estatua del buda Maitreya sentado a la manera occidental y no en postura de loto. En ese recinto inició en 1931 Ernst Hoffman su andadura para convertirse en el lama Anagarika Govinda. Su magnífico libro La senda de las nubes blancas (Ed. Atalanta) hizo más comprensible esa filosofía en Occidente. Govinda cuenta cómo una nube blanca y espesa envolvía casi a diario la colina del monasterio y obligaba a encender lámparas desde el mediodía. Pero, lejos de deprimir, la niebla intensificaba la atmósfera de misterio y alentaba un sentimiento de protección, retiro y seguridad, lejos de las vicisitudes de la vida corriente.
Estatua de Buda
Buda en la Pagoda Japonesa de la Paz, un templo de color blanco cuyo objetivo es unir a todas las religiones del mundo para lograr la paz.
Tren de juguete
Desde Siliguri en 7 horas se accede a Darjeeling en el Tren de Juguete, un convoy sobre una vía de 60 centímetros de ancho y con más de cien pasos a nivel. Otra opción es ir de Darjeeling al monasterio de Ghoom (2 horas ida y vuelta), trayecto que aún puede realizarse con antiguas locomotoras de vapor.
Un gran té
El té negro de Darjeeling tiene fama mundial por su inimitable fragancia. La primera cosecha (mediados de marzo) es la más exquisita.
Una estación de montaña
Las empinadas calles de Darjeeling acogen a una población venida de Nepal, Tíbet o la India, así como a viajeros atraídos por la belleza de la región. En el fresco verano (20 ºC), que tanto agradecían los militares británicos destinados a Calcuta, raramente pueden verse las cumbres debido al monzón. Otoño y primavera son las mejores épocas para viajar.
Entre crestas boscosas y plantaciones de té
Los bosques templados húmedos de coníferas, rododendros y bambús que cubrían enteramente las montañas de Darjeeling son el hábitat del panda rojo, un animal hoy en peligro de extinción, emparentado con los mustélidos (mapache, comadreja…) y no con los osos. A mediados del siglo XIX los británicos talaron parte de los bosques para crear plantaciones de té que se convirtieron en unidades autosuficientes, con residencias para los propietarios, casas para los trabajadores, escuela, dispensario e iglesia. Muchas están abiertas al visitante. Los delicados brotes apicales de cada rama –los más apreciados– los recolectan las mujeres con primor y diligencia.
Refugio celeste
Sherab Gyatso, famoso lama y astrólogo, construyó el monasterio de Ghoom en 1875. La gran trompeta tibetana, el dungchen, solo se toca en ceremonias y a dúo.
Ciudad de Darjeeling
Escultura que corona el nuevo ayuntamiento.
Templo de Mahakala
Situado en lo alto de la Colina del Observatorio, este monasterio budista ofrece vistas únicas del Kachenjunga.