Huacachina significa ‘mujer que llora’, y quizás sea cierto que solo un llanto descomunal fuera lo único capaz de crear este oasis, el más grande de América. A cinco kilómetros de la ciudad de Ica, en Perú, se encuentra un respiro de eucaliptos, palmeras, algarrobos y aguas esmeraldas que rompen con la dureza desértica. Alrededor de esta pequeña laguna han surgido negocios hoteleros y actividades tan singulares como el sandboard, es decir, surfear las dunas con una tabla como si fuesen olas de Tarifa.