El poder de atracción de los volcanes es proporcional al miedo y rechazo que provoca cuando éste escupe ríos de lava de sus entrañas. El Vesubio marcó a fuego el nombre de Pompeya en los libros de historia y de igual manera, sepultó a cientos de personas bajo ceniza ardiente. El islandés Eyjafjälla obligó a cancelar 17.000 vuelos y puso en jaque a toda Europa durante semanas. Pero si un volcán se lleva la palma, ese es el Kilauea.
Se encuentra en Hawaii, se calcula que tiene entre 300.000 y 600.000 años y lleva activo desde 1983, coronándose así como el volcán más activo del planeta. Según los lugareños, el monte Kilauea es el hogar de Pele, la diosa del fuego. A pesar de dejar estampas increíbles y ser uno de los grandes atractivos turísticos de la isla, los destrozos que causa se cuentan por miles. Sin ir más lejos, en 2018 se registró su última erupción hasta la fecha, arrastrando con ella 700 casas y obligando a evacuar hasta 2.000 personas.