Gastronomia: Gastronomía en marcha; la receta suiza para disfrutar del tren.
Trenes y tranvías de quesos, chocolates y galletas: en Suiza la mejor gastronomía se descubre mientras se viaja
Con la red de transportes más densa del mundo, no es extraño que Suiza presuma de algunos de los trenes más deliciosos del mundo, por ejemplificar a los trayectos temáticos que descubren las maravillas del chocolate, el queso gruyer, las galletas de mantequilla y otras gemas de la gastronomía helvética.
Trenes de chocolate y queso
Un ejemplo es el Tren del Chocolate (y del Queso), el servicio de Montreux-Berner Oberland-Bahn que parte desde esa ciudad, sede de uno de los festivales de jazz más importantes del mundo.
Tras dejar atrás los paisajes lacustres del lago Lemán cruza el macizo donde se encuentra el Cape au Moine para entrar en el cantón de Friburgo y poner rumbo a la ciudad de Montbovon.
El viaje se realiza en elegantes vagones decorados en el estilo belle époque de 1915, donde todo el mundo se siente como un magnate del siglo XX al ver la elegante decoración de la primera clase.
El viaje desde Montreux a Montbovon incluye visitas a una productora de quesos, un restaurante especializado en fondues y una fábrica de chocolate
La primera parada es en Gruyères, cuyo nombre anticipa lo que se van a encontrar los viajeros: la cuna de uno de los quesos más famosos del planeta, de un tamaño tan grande como inolvidable es su sabor.
En esta villa medieval se visitan fábricas y cavas como La Maison du Gruyère, donde entre las descomunales hormas se aprenden el primer mandamiento: el queso gruyer no lleva agujeros (característica que corresponde al emmental).
Secretos del chocolate
La segunda parada es Broc, donde se encuentra el museo y la fábrica de chocolate de Nestlé, unas de las compañías de alimentos más importantes del mundo.
En la factoría se aprenden los secretos de manjar del cacao y la leche, donde se rastrea sus orígenes en Mesoamérica, la llegada a Europa y la razón por la que los suizos se convirtieron en los maestros de su elaboración.
Allí se aprende a diferenciar sabores y texturas en los talleres de cata, así como es posible seguir los pasos de la elaboración desde que llegan las semillas de cacao hasta que el producto se envuelve en papel de aluminio.
El sabor del queso bio
Hay otro tren específicamente centrado en el queso suizo, que también parte desde Montreux con rumbo Château-d’Oex, cerca del lago Lemán.
En esta villa helvética se aprende a elaborar el queso Le Chalet Bio a partir de 200 litros de leche.
Esta combinación de producto lácteo con parámetros sostenibles se certifica en la degustación de una fondue bio, en una visita que culmina con el pase por el museo de Pays-d’Enhaut, especializado en el arte de siluetas en papel, entre otras características de este centro etnológico.
En este viaje de 5:30 horas nunca faltan los quesos y las copas de vino para disfrutar a bordo del tren mientras se contemplan los picos nevados del cantón de Vaud.
Tranvía de la fondue
Otra opción, más breve, para conocer estos productos suizos es el tranvía quesero de Zúrich.
Ofrecido por la compañía BVZ, a bordo de los coches de 1930 se sirve una fondue con queso derretido burbujeante, en un recorrido de dos horas con aperitivo, postre y café por las calles de la ciudad más importante de Suiza.
Y para rematar, un potente mouse de chocolate, como corresponde con la tradición helvética.
Galletas para todos
Un tren que seguramente será el soñado por los niños es el de la Experiencia Kambly, un recorrido en coches de primera y segunda clase que demora 35 minutos desde Berna o 47 minutos desde Lucerna, hasta llegar a la fábrica de Kambly en la pequeña ciudad de Trusbschachen, en el distrito de Emmental.
Los trenes de la Experiencia Kambly llevan desde Lucerna, Berna o Interlaken a conocer una de las fábrica de galletas más importantes de Suiza
Aunque los coches panorámicos de grandes ventanales ofrecen un paisaje de película, muchos ponen rumbo directamente a la sección central, donde hay un despliegue de las famosas galletas Kambly, que cuentan con 100 variedades para descubrir.
A bordo se sirven cafés, infusiones y sopas hasta llegar a las instalaciones de la fábrica, donde espera una visita guiada con cata y un taller para aprender a elaborarlas.
El mejor restaurante sobre ruedas
Si hablamos de comer mientras se viaja por los ‘caminos de hierro’, uno de los trenes temáticos de gastronomía más recomendados es el Glacier Express Excellence Class.
Este tren panorámico está señalado como uno de los más fascinantes del mundo, no solo por los paisajes de vértigo entre St.Moritz y Zermatt, sino por la exclusividad del confort de sus vagones. Y de sus comidas a bordo.
Allí se puede tomar un aperitivo en el Glacier Bar como una copa de champagne, cócteles, whiskies como el Graubünden o el licor de cerezas Chur Röteli.
Y luego sentarse en las 20 plazas del coche comedor, todas con vistas panorámicas, y disfrutar de un menú de cinco platos.
La selección cambia de temporada en temporada, pero en un viaje se puede degustar esta presentación.
Los platos del Glacier Express
De entrante llega un amuse-bouche (tentempié) de trucha ahumada suiza servido con remolacha asada al horno y queso crema de rábano picante, seguido por una sopa de guisantes y menta con flores alpinas.
El plato principal es un filete suizo de ternera, trufa y puré de patatas, con zanahorias con mantequilla y jugo de hierbas de montaña.
Luego desfila una tabla de quesos regional, para dar paso a un pastel de chocolate caliente servido con crema de vainilla y almendras tostadas, seguido de café y chocolates.
¿Qué alguien se quedó con hambre? En el té de la tarde hay dulces regionales e infusiones de las montañas de los Grisones.
El viaje por esta experiencia culinaria-ferroviaria por los Alpes cuesta 387 euros por persona.
Cenar en un teleférico
Pero entre las experiencias gastronómicas más fascinantes se encuentra, durante el verano, la posibilidad de cenar (con el horario suizo, claro) a bordo de un teleférico.
El Restaurante en el cielo es nada menos que la reconversión del teleférico que conecta a Weggis con el resort Rigi Kaltbad, dueño de una soleada terraza a 1.433 metros de altura.
Mientras se asciende lentamente los 10 comensales, distribuidos en dos mesas, disfrutan de una comida de tres platos.
En el teleférico al resort de Rigi Kaltbad, los entrantes de la cena se sirven en el ascenso y el plato principal con el postre en el descenso
En realidad, los entrantes se degustan en el ascenso, y tras pasear por las terrazas del complejo turístico, se regresa mientras se sirve el plato principal y los postres.
Hay tres opciones de menú para elegir. El más exclusivo es el Reina Victoria, que cuesta 193 euros por persona.
Este consiste en una selección de aperitivos «RigiBlick», un filete ahumado de pescado blanco de la bahía de Meggen con crema agria de rábano picante o cecina ahumada de Vitznau con chutney de manzana, acompañado por una ensalada mixta con brotes.
Otra opción es el lomo de ternera asado envuelto con jamón de campo sobre salsa de tomillo y miel, servido con patatas gratinadas de Vitznau y una selección de verduras locales.
De postre, está la tartaleta de crema de queso y fruta de Weggis con bayas de verano marinadas, con café y amarettis.
Por lo visto, sea como sea que se viaje en Suiza, nadie se queda con hambre.