España: Sitges, ruta modernista
Un recorrido por el pasado modernista de esta localidad costera, que cada octubre acoge el Festival de Sitges, el primer festival de cine fantástico del mundo
La milenaria localidad de Sitges está perfectamente acomodada a su entorno, encaramada sobre el Mediterráneo, a espaldas del macizo del Garraf y casi siempre blanca y luminosa. Cuenta con casi 30.000 habitantes y está situada a 36 kilómetros al sur de Barcelona. La mejor forma de visitarla es a pie, ya que gran parte del casco antiguo está cerrado al tráfico.
Un recorrido por Sitges podría empezar en la playa de Sant Sebastià, una ensenada acogedora, enmarcada por restaurantes con terrazas abiertas al paseo marítimo. La ascendente calle del Fonollar, la más pintoresca de la localidad, se adentra en el montículo rocoso que forma la Punta de Sitges. Aquí se concentran algunos de los edificios más notables de la Vila Vella: el Cau Ferrat, la casa-taller del artista y escritor Santiago Rusiñol (1861-1931), uno de los líderes del Modernismo catalán, que atrajo a Sitges a los artistas más significativos de este movimiento; el Palau Maricel, que fue construido en 1910 por encargo del millonario norteamericano Charles Deering (1852-1927) y que acoge el Museu Maricel; y la imponente iglesia de Sant Bartomeu y Santa Tecla, de estilo barroco.
Vino de malvasía y cine de terror
Desde la iglesia, una espléndida escalinata sobre la que rompen las olas conduce al paseo de la Ribera y el Passeig Marítim, a lo largo de los cuales se extienden un conjunto de playas delimitadas por espigones. Es una de las zonas más transitadas de Sitges. Al centro se accede por la calle Primer de Maig, más conocida como calle del Pecado, una popular zona de copas, también frecuentada por la comunidad gay. Al final de la calle conviene torcer a la derecha y ascender por la calle de les Parellades, la zona comercial de Sitges. En las estrechas callejuelas que cruzan esta calle en dirección al mar se esconden restaurantes típicos que siguen antiguas recetas marineras elaboradas con arroces o marisco y donde se puede degustar la Malvasía de Sitges, un vino dulce. La calle de les Parellades desemboca en la plaza Cap de la Vila, presidida por un majestuoso edificio modernista, la Casa Bartomeu Carbonell, que tiene una torre con reloj rematada con cerámica en trencadís.
Sitges
Encaramada sobre el Mediterráneo, a espaldas del macizo del Garraf y casi siempre blanca y luminosa, la mejor forma de visitar Sitges es a pie.
Sitges de noche
La imponente iglesia de Sant Bartomeu y Santa Tecla, en la Punta de Sitges, es de estilo barroco y data del siglo XVII.
Calma en Sitges
El Racó de la Calma, un lugar donde confluyen el arte y la tranquilidad, es uno de los rincones más atractivos de Sitges. Inevitable es pasar por él en un paseo por la ciudad.
Palau de Maricel de Sitges
El claustro interior del Palay de Maricel ofrece unas bellísimas vistas hacia el mar Mediterráneo. Este edificio es uno de los más emblemáticos de Sitges y su claustro, la terraza y algunas salas se pueden visitar en visita guiada todos los domingos.
Museo Cau Ferrat
Fundado en 1893 por Santiago Rusiñol como casa-taller, es museo público desde 1933 y acoge obras de pintura, dibujo, escultura, hierro forjado, cerámica, vidrio… tanto de Rusiñol como de otros artistas como Picasso, Zuloaga, Casas o Mas i Fontdevila, entre otros.