México: Fotos surrealistas de los muros que dividen México y Estados Unidos
Richard Misrach ha fotografiado distintas partes de los muros que dividen México y Estados Unidos y el resultado es surrealista
En 2009, cuando fui consciente de que cada vez se construían más muros y torres de vigilancia y de que cada vez eran más las actuaciones gubernamentales en los 3.145 kilómetros de frontera entre Estados Unidos y México, empecé a fotografiar en serio. Fue entonces cuando descubrí que aquel bidón azul era una estación de agua colocada por un grupo humanitario para evitar la deshidratación y la muerte de los migrantes que cruzaban la frontera.
En mi trabajo siempre he puesto el foco en el paisaje. Rara vez aparecen en mis imágenes personas, pero su huella siempre se percibe. La presencia de la ausencia.
Para realizar este proyecto, tomaba un avión hasta una ciudad dada, donde alquilaba un todoterreno y exploraba las regiones remotas de la frontera. A veces hacía saltar un sensor enterrado que atraía a los agentes de la Patrulla Fronteriza estadounidense. Algunos eran fabulosos –en una ocasión vinieron a protegerme, preocupados por la cercanía de los cárteles–, pero otros podían ser hostiles.
Quien no vive cerca de la frontera tal vez no sepa que ya existe un muro a lo largo de unos 1.125 kilómetros de ella. Mantenerlo cuesta dinero y trabajo. Hay que diseñarlo, fabricarlo, pagar expropiaciones, instalarlo. Kilómetro y medio de muro cuesta entre 4 y 12 millones de dólares.
¿Pero de qué sirve? La gente salta por encima, hace túneles por debajo y, allí donde termina de manera abrupta, lo rodea.
Migración y droga
Desde el punto de vista funcional, el muro fronterizo tiene dos propósitos. El primero, coartar la migración: la entrada en Estados Unidos de personas en busca de mejores oportunidades. Solo que no dejarán de venir hasta que no hallen trabajo en su país de origen. El segundo es prohibir la entrada de la droga, solo que los estadounidenses son quienes crean esa demanda. Hasta que solucionemos el problema en nuestro lado, los cárteles seguirán encontrando la manera de cruzar. Ningún muro acaba con los factores que hacen que exista el narcotráfico.
Se ha dicho que el concepto de soberanía nacional ya ha sucumbido a realidades como internet, el capitalismo global o los virus. Las fronteras están desapareciendo a nivel existencial. Construir muros es, en mi opinión, más un símbolo que otra cosa, un gesto desesperado.
En estas imágenes se cruzan la política, la cultura y la naturaleza. Aunque no tengo soluciones para estos problemas tan complejos, confío en que mi obra genere una reflexión seria sobre estas realidades.
Un tramo sin efecto
Un muro de acero parte unas tierras de labor en Brownsville, Texas, al norte de la frontera entre Estados Unidos y México. Construido más al norte de la frontera real –el río Bravo–, termina de forma abrupta, lo que hace muy sencillo esquivarlo a pie.
Macabras figuras
En 2009 descubrí más de una docena de figuras parecidas a espantapájaros, confeccionadas con restos de prendas de ropa de inmigrantes, en el estado de California. No está claro si habían sido conceibas como una obra de arte, una alerta a otros inmigrantes o señales para la Patrulla Fronteriza.
Técnicas ancestrales de rastreo
Los agentes de la Patrulla Fronteriza arrastran neumáticos, como estos cerca de Calexico, en California, detrás de los camiones para allanar el terreno. El proceso está basado en una técnica de rastreo de los nativos americanos usada para desvelar huellas y otros rastros de paso.
Torres de vigilancia
Torres de vigilancia -como esta situada cerca de una zona de dunas de California– están colocadas estragéticamente a lo largo de la frontera entre México y Estados unidos para controlar el tránsito de personas o como complemento de otros instrumentos de detencción de inmigrantes, como los sensores de tierra o las ristras de neumáticos.
Muros frente a la cancha
El cuidador de una pista deportiva de Gadsden, Arizona, dice que el muro adyacente estropea la puesta de sol.
Montumento fronterizo
En el siglo XIX marcaban la frontera unos obeliscos llamados monumentos fronterizos, como este de Patagonia, Arizona.
¿Muro o escultura?
En ocasiones, los muros se muestran ante nuestros ojos como estructuras toscas, fabricadas con paneles o alambres. Pero algunos construidos en la última década tienen una estética convincente. Este, erigido en Nogales, Arizona, podría pasar por una escultura.
Muro en el Pacífico
El un estuario de Tijuana, al sur de San Diego, en California, un tramo del muro fronterizo se sumerge en el océano Pacífico, convirtiéndolo en un obstáculo relativamente fácil de salvar para un bote o una moto de agua.
Barreras de Normandía
En lugares apartados –como esta zona próxima a Ocotillo, California– se hacen vallas con traviesas de ferrocarril para impedir el paso de los vehículos rodados. A menudo se las llama barreras de Normandía, porque recuerdan a algunas de las barricadas que se usaban durante la Segunda Guerra Mundial. Los muros fronterizos destinados a cortar el paso a los peatones tienen otro diseño; suelen ser macizos o fabricados con listones con muy poca separación entre sí, y con una altura de entre 3,5 a 5 metros.
Escultura fronteriza
Cuando fotografié esta valla próxima a Los Indios, Texas, di por hecho que estaba a medias, pero dos años después seguía igual. Hoy tiene más de escultura que de barrera.
Campo de tiro
Divisé este campo de tiro, donde los agentes de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos practican puntería, mientras conducía por el boulevard Boca Chica desde el Golfo de México. Tenía que tomar las fotos muy rápido, por lo que normalmente usaba mi teléfono móvil. Sin embargo, en este caso utilicé una cámara de medio formato.