Este pequeño oasis en las afueras de la gran urbe invita a deleitarse con un fascinante paseo por la flora del planeta
Londres tiene uno de los jardines botánicos más bellos del mundo. Situado a 14 km del centro –se puede llegar en metro y en barco por el Támesis–, los Kew Gardens acogen la colección de plantas más amplia y diversa que se conoce, deslumbrante en cualquier estación del año.
La princesa Augusta puso la semilla con un pequeño jardín exótico inaugurado en 1759. Hoy ocupa 120 hectáreas y se le puede dedicar una jornada entera. El parque posee parterres decorados con esculturas, lagos, el Arboretum con cerca de 14.000 árboles, pabellones como la Pagoda China (1761) y media docena de invernaderos, entre ellos la Casa de las Palmeras o la de los Nenúfares, donde se cobijan bambús, bonsáis, cactus y muchas rarezas botánicas, algunas casi extintas. Uno de estos especímenes es la Cicada de Wood sudafricana, «la planta más solitaria», de la que solo quedan ejemplares machos clonados, lo que hace inviable su reproducción natural.
Este año los Kew Gardens han reabierto restaurada la Casa Templada (Temperate House), un invernadero de 1862 que aún es la mayor estructura victoriana de hierro y vidrio (5.000 m2). Acoge plantas de clima templado, ordenadas por su procedencia geográfica. Los jardines, además de bellos, son esenciales en la investigación botánica y la generación de semillas.