Las eras geológicas vienen determinadas por los estratos geológicos de nuestro planeta, es decir, las distintas capas de materiales que se superponen en la corteza terrestre. Por tanto, los cambios de era geológica vienen determinados por una variación significativa – y sobre todo global- en la composición de cada uno de estos estratos. Así, 1950 es la fecha que parece marcar la entrada en el Antropoceno. Y esto se debe a que los residuos de las pruebas nucleares desarrolladas durante el siglo XX han dejado una marca patente a escala planetaria. De este modo, si analizáramos dentro de 10.000 o 20.000 años el estrato geológico actual, lo encontraríamos tapizado -aunque de manera muy fina- de una pátina de isótopos radiactivos producto de estas pruebas atómicas.
Pero, probablemente, si pasados esos 10.000 o 20.000 años todavía seguimos aquí para estudiar la composición de las capas de nuestra corteza terrestre, al igual que el periodo Carbonífero -hace unos 300 millones de años- estuvo marcado por la formación a nivel global del carbón que hoy extraemos del subsuelo, en el nuestro, el Antropoceno, es muy probable que, el gran protagonista, sea el plástico.
El plástico cambió nuestras vidas
El éxito del plástico como material es indiscutible. Desde su aparición, las infinitas variables de este derivado del petróleo han ido sustituyendo progresivamente a todo tipo de materiales. Y así, en la actualidad utilizamos el omnipresente plástico para casi todo: desde acarrear con la compra desde el supermercado a casa, hasta en las prótesis que muchos de nosotros llevamos dentro del cuerpo. Incluso, resulta interesante pensar en, si este material desapareciera mañana mismo, las grandes dificultades que tendríamos para sustituirlo. Es por tanto un hecho; el plástico lo inunda todo. Pero se trata además de un material para el que no existen en la naturaleza mecanismos de degradación eficaces y capaces de asimilar el plástico al ritmo del uso que de él hacemos. Por tanto solo cabe esperar un resultado: el plástico se acumula, y lo hace cada vez en los lugares más insospechados.
Uno de estos lugares son las playas de una de las islas más remotas del mundo, las cuales, según afirma el último estudio publicado en la prestigiosa revista americana Proceedings of the National Academy of Sciences, han sido contaminadas con la mayor densidad de desechos plásticos acumulados en cualquier parte del planeta. Y es que, a pesar de estar deshabitada y ubicada a más de 5.000 kilómetros del centro de población más cercano, la isla de Henderson está colmada por cerca de 37,7 millones de piezas de plástico.
La isla de Henderson, junto a las islas Islas Pitcairn, Ducie y Oeno –territorios de ultramar del Reino Unido- conforman uno de los miles de pequeños archipiélagos de la Polinesia, en el centro y sur del Océano Pacífico. Esta isla es tan remota que sólo es visitada entre cada cinco y diez años con fines científicos, no obstante su ubicación cerca del centro de la Corriente Circular del Pacífico Sur, la convierte en un foco para los desechos transportados desde gran parte de Sudamérica.
Así, durante la última expedición científica a la isla liderada por la Organización Británica para la Conservación de la naturaleza –RSPB por sus siglas en inglés-, la autora principal del estudio, Jennifer Lavers, del Instituto de Estudios Marinos y Antárticos de la Universidad de Tasmania, seencontró con que estas playas se veían colmadas por una media de 671 unidades de plástico por metro cuadrado, la densidad más alta de plástico jamás registrada para un entorno de estas características.
«Lo que ha sucedido en la isla de Henderson demuestra que no hay escape de la contaminación plástica incluso en las partes más distantes de nuestros océanos», afirma la doctora Lavers. «Lejos de ser la prístina isla desierta que la gente podría imaginar de un lugar tan remoto, la isla de Henderson es un ejemplo chocante pero típico de cómo los desechos plásticos están afectando el medio ambiente a escala mundial”, añade.
«Aún así, es probable que nuestros datos subestimen realmente la cantidad verdadera de escombros en presente en la isla Henderson»
«Basándonos en un muestreo realizado en 5 puntos distintos de la isla estimamos que se han depositado más de 17 toneladas de desechos plásticos en toda la isla, a la que llegan más de 3. 570 nuevas piezas de basura diariamente”, continúa explicando. «Aún así, es probable que nuestros datos subestimen realmente la cantidad verdadera de escombros presente en la isla Henderson, ya que sólo pudimos muestrear las piezas de más de dos milímetros y encontradas hasta una profundidad de 10 centímetros. Por el contrario no pudimos tomar muestras a lo largo de acantilados y costas rocosas».
La mayoría de las más de 300 millones de toneladas de plástico producidas en todo el mundo cada año no se recicla, y al tratarse de un material resistente y duradero, tiene un impacto a largo plazo en los océanos.
«Los desechos plásticos son un riesgo de enredos y daños por ingestión para muchas especies animales; crean una barrera física en las playas para ciertas especies como las tortugas marinas, y reducen la diversidad de invertebrados de la costa. Nuestra a investigación ha demostrado que más de 200 especies se exponen a graves problemas derivados de la ingesta de plástico, así como el 55% de las aves marinas del mundo, incluyendo dos especies encontradas en la isla Henderson, están en riesgo por culpa de este tipo de contaminación», concluye tristemente.
Quizá para la próxima expedición a la isla Henderson, dentro de otros 5 o 10 años, algunas de ellas hayan desaparecido sepultadas por los desechos humanos.